Damian Bradfield nos cuenta algunas cosas acerca de las cinco historias creadas a medias con el dibujante David Sánchez. El cofundador de Wetransfer, la célebre plataforma de trasferencia de archivos, impulsor de artes digitales a través de Wepresent, conductor del podcast Influence y fundador de la iniciativa Empty Day por la desconexión y la salud emocional, extiende hacia el noveno arte su activismo por una red digital mas humana y creativa.
Voy a ser sincero, mi interés por Los Años de Internet parte de mi devoción por David Sánchez.
No lo tomaré como algo personal
Por el título del libro y echando un primer vistazo a su biografía, lo primero que pensé es que se trataba de la biografía de otro gurú del éxito en internet, ex-publicitario además.
No soy ningún gurú de internet, puedes acusarme de haberme dedicado a la publicidad. Pero no me lo tengas en cuenta. Tú eres periodista y no lo voy a tener en cuenta.
¿Como surgió la colaboración con David y la editorial Astiberri?
Había escrito otro libro títulado The Trust Manifesto. Yo quería escribir una novela gráfica, pero a nadie le interesó. Así que se convirtió en otro libro de negocios más, de escaso éxito. Lo publicó Penguin en 2019. Justo antes de trasladarnos a Los Angeles, mi amigo el ilustrador Laszlito Kovacs me había presentado a un guionista llamado Javier Gullón. Javier está afincado en Los Ángeles y es conocido por la película Enemy. Yo andaba preguntando a todos mis conocidos si podían recomendarme un dibujante que pudiera convertir un primer capítulo en una historia corta. Javier y el dueño de la tienda Giant Robot me recomendaron a David Sánchez. Entiendo tu admiración por David. Le envié la historia de las zapatillas, la dibujó y me la regalo. Sin más. No es algo que me pase a menudo. Además David se la mostró a Astiberri y ¡dijeron que querían ver más y publicar un libro!
Ha contado que leía Asterix y Obelix, siendo niño. Y que suele recomendar el Hilda de Luke Pearson…
Me encanta Asterix y Obelix pero antes de eso leía la revista Beano. Todavía conservo mi colección de los años 1982 a 1992. Es un semanario infantil británico, así que guardo bastantes ejemplares debajo de la cama. Con ocho años mi padre me compró un libro de Inspector Mouse, la historia me encantó pero los dibujos me volvieron loco. Desde entonces colecciono todo lo que cae en mis manos de Ralph Steadman. Tengo dos hijos que han crecido con Hilda y con Raina Telgemaier, el mayor ha cumplido 16 años y ahora está con Art Spiegelman y Robert Crumb.
¿Y de historieta o ilustración contemporáneas?
No leo mucho cómic últimamente. Pero revistas, ¡Ay! Allá voy… Paperboy de David McKendrick es magnífica; me encanta el cine así que no me pierdo Little White Lies; no me gusta demasiado el vino, pero las ilustraciones y el editorial de Noble Rot son increíbles, ¿a quién no le gusta una revista subtitulada Sex & Drugs & Pinot Noir? El número 30 de Mono Kultur lo dedicaron a Chris Ware; The Happy Reader no lleva mucha ilustración pero es fantástica; también está Luncheon Magazine y por supuesto, la nuestra, Wepresent. Me encantan Raymond Pettibon, Crumb, James Jarvis o Jean Jullien así que busco cualquier cosa que produzcan. Hace unos años monté una plataforma digital de ilustradores llamada Kuvva, y una galería en Amsterdam, donde expusimos varias veces a mi heroe Brandon Graham y su Tusk. Y no seré muy original pero el último cómic que he leído fue The end of the fucking world, después de tragarme la serie de Netflix y enterarme, más tarde, que esta basada en una historieta.
Con el libro en las manos y conociendo mejor su trayectoria me di cuenta de que David no había sido abducido por la diabólica industria editorial anglosajona, que juntos mantienen la arriesgada propuesta narrativa de Sánchez.
¿Sabes que el libro solo se ha publicado en España? Estoy muy agradecido a David por darme esta oportunidad y estoy loco de contento porque Astiberri decidiera publicar el libro. Como has dicho, me dedico a las tecnológicas pero me gusta pensar que estoy en la periferia, que nos dedicamos a dar un servicio que los artistas y creadores respetan, en el que confían. Por eso podemos ser autenticos y reales y hablar de los problemas tal y como los vivimos, igual que cualquiera.
Los Años de Internet encaja perfectamente en la obra de David Sánchez, Así pues ¿cómo ha sido crear juntos esta suerte de Segundo Manifiesto?
David y yo no nos conocemos. De hecho, solo hemos hablado una vez. Los últimos dos años hemos trabajado en esto a través de WhatsApp. Si esto hubiera ocurrido en 1980 tendríamos que considerarlo una “relación epistolar”. Intercambiamos ideas, yo trato de escribir una historia, entonces David me dice si es demasiado compleja o basura, relevante o irrelevante, y si le gusta, seguimos enviándonos bocetos y storyboards hasta que la cosa aterriza. Muchas historias no pasaron el corte, al menos la mitad cayeron en la sala de montaje. Y seguro que en el suelo ha quedado más de mi trabajo que del suyo. Yo no lo veo como un manifiesto, es simplemente una observación de mis experiencias, de nuestras experiencias con Internet, con la tecnología, con los proveedores de servicios. Y, por supuesto, y muy importante, las experiencias de nuestros hijos, ya que ambos tenemos hijos.
Sin haber leído su primer libro entiendo que Los años de Internet apunta en otra dirección. No parece que nos ayude a confiar en la tecnología de los datos.
¡Genial! Significa que funciona. El propósito del libro no era crear confianza en la tecnología, sino insistir en la necesidad de hacer preguntas. Reconsiderar quién tiene el control de los datos, qué estamos dispuestos a dar y qué esperamos a cambio.
El único atisbo de esperanza nos lo brinda el personaje mas rarito, un fumeta de conducta reprobable y su perro. ¿Piensa en proyectos futuros de corte más amable? ¿Quizá dibujados por Pearson o Telgemeier?
Me encanta el positivismo de Luke y Raina, pero no está en mi naturaleza ni en la de David. No quiero contar ese tipo de historias. Es esencial que contemos historias como las que hemos contado para, de forma alternativa, poner sobre la mesa algunas cosas. Blackmirror lo hizo a través de la televisión, nosotros esperamos hacerlo a través de novelas gráficas.
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