Ser gallego no es para él sólo un complemento circunstancial: durante años dirigió la sección de fotografía de La Voz de Galicia y ha retratado a peregrinos, a sus paisanos más célebres y a vacas de su tierra en numerosos libros (La flecha amarilla, A cociña galega o No país das vacas). Y ganó el Premio Ortega y Gasset por su foto del hundimiento del Prestige. Pero Xurxo Lobato (La Coruña, 1956) también ha disparado su cámara por el resto de España y buena parte del extranjero. Con sus retratos quiere enseñar lo que les pasa a sus modelos de piel para adentro. Ahora colabora en la edición gallega de El País y se mueve una exposición itinerante llamada Rostros da memoria, que recoge las caras de represaliados por la dictadura de Franco.
Has publicado un libro llamado Vacas, con fotos de este animal, “un gran desconocido”, según tus palabras. ¿Posan mejor las personas o las vacas? Me gusta más retratar a las personas. Fue un homenaje a las vacas y a los vaqueros gallegos.
Has hecho fotoperiodismo, publicidad, fotografía artística… ¿Con alguna de estas facetas te sientes más cómodo? Por supuesto en fotoperiodismo, es mi vocación primera y a la que me dedico desde hace más de veinticinco años. La fotografía creativa de base documental me satisface y es un territorio donde me gusta trabajar, casi todos mis proyectos se encuadran por ahí.
Ahora te dedicas al fotodocumentalismo. ¿Por qué te gusta? Es la intención de contar, comunicar por medio de imágenes, construir historias donde se reflejan la vida de las gentes, el territorio, las formas de vida. Es mi manera de estar en el mundo.
Has dicho: “Cada vez que retratas a alguien le robas un pedacito del alma”. Después de tantos retratos a lo largo de más de dos décadas debes de tener un buen botín. ¿Algún “alma robada” te ha impactado de manera especial? Pienso que un buen retrato debe reflejar la persona o la circunstancia de la persona que se retrata. He retratado a todo tipo de gente, y en países muy variados. Y más de una vez me emocioné. Retratando a una mujer represaliada por el franquismo para el proyecto de Rostros da Memoria no pude contener las lágrimas cuando me contaba su historia.
También has dicho esto: “No quiero hacer ningún retrato en especial antes de morir, lo que me importa es hacer fotos hasta que muera”. Mantengo lo dicho, hacer fotos es la oportunidad de conocer a gente y situaciones, es lo que me interesa de la fotografía. No me gusta el glamour de fotografiar a famosos.
Has hecho retratos en el África más pobre o en el Afganistán en guerra. Emocionalmente, ¿te afecta más retratar a personas de tu país, que han vivido historias que coinciden con las que has vivido tú o los tuyos, porque quizá te identificas más con ellas? Si, así es. Me impactó más retratar a las víctimas del franquismo o a los refugiados en Armenia. Por proximidad me llegó más al corazón. En África o América Latina vi situaciones muy duras que me emocionaron, pero no como los otros casos.
¿La fotografía es, en un buen porcentaje, azar? Creo que el azar se encuentra, y cuando llega hay que estar preparado.
Foto: Xurxo Lobato, Chelo.