En plena mudanza, Robert G. Bartholot asegura llevarse en la maleta una «reconciliación con el mundo creativo» y un estilo propio, que ha encontrado en comunión con la fotografía. De hecho, su último trabajo es fotográfico: una serie de cuatro instalaciones de moda interpretando prendas únicas diseñadas por Maison Martin Margiela. Estudió Historia del Arte y Diseño Gráfico en Alemania y ha trabajado en Suiza y Madrid. Asegura que el motor de su trabajo es «la melancolía», pero en sus creaciones hay también algo trágico, que él camufla con materiales entrañables -el fieltro es uno de sus favoritos- y colores vivos. Diseñador «multidisciplinar», este alemán quiere focalizar su trabajo en la dirección de arte y para ello da un beso a Madrid después de dos años. Y es de despedida.
Tu vida profesional se ha desarrollado entre Alemania, Suiza y Madrid. ¿Dónde te han dado más besos profesionales? Definitivamente, en Madrid. Suiza y Alemania me sirvieron como lugares de aprendizaje, sobre todo a nivel técnico. En Madrid fue donde realmente encontré mi estilo.
Ahora te vas a Berlín. ¿En busca de nuevos labios? Sí, creo que Berlín es un lugar ideal para seguir experimentando por su dinámica artística y hay muchos creadores emergentes con los que puedo colaborar. De todas formas seguiré viniendo a Madrid para que me sigan dando besos…
Has colaborado con el fotógrafo Álvaro Villarubia, grupos españoles de música electrónica underground como SPAM o E.N.O. y la diseñadora de joyas Jessica Palazzo. ¿Te pidieron rollo ellos o te lanzaste tú? Me pidieron rollo ellos. Sobre todo con Álvaro Villarrubia he colaborado en muchas ocasiones desarrollando conceptos creativos para distintos clientes del mundo de la moda y de la música.
Y ahora, ¿a quién te gustaría lanzar un beso? Me gustaría que se lanzara alguna institución cultural como un teatro o un museo.
Mal rollo y colores happy… ¿Cómo has llegado a ese estilo que tú describes como «melancólico»? ¿Cuál ha sido tu evolución? Crecí con la música y el feeling de los ochenta, donde el gris fue la gama dominante y el sentimiento de tristeza era una constante. También me influyeron las tradiciones oscuras del lugar donde crecí -el sur de Alemania- donde había carnavales medievales con un cierto tono grotesco que me asustaba desde niño. Mi trabajo es una forma de terapia contra estos miedos del pasado, que intento plasmar haciéndolos más entrañables.
En la mayoría de tus trabajos figuras como director de arte. ¿Tienes colaboradores? ¿Cómo es el proceso? Normalmente trabajo mano a mano con el fotógrafo. El estilismo, los materiales y la historia corren de mi cuenta, aunque también trabajo en algunas ocasiones con estilistas, maquilladores y modelos reales como en el último trabajo que he hecho.
Aunque inicialmente uso el ordenador, luego casi todo está trabajado con los materiales reales que voy elaborando y cambiando hasta el día del shooting.
Entre tus obras, ¿con cuál te sientes más identificado? ¿Cuál habla más de ti? ¿Por qué? Sin duda, Geometric Homicide y Tribunal. Son dos trabajos en los que se puede comprobar ese contraste.
Gustos, influencias. ¿Quién te aportó qué? Serge Lutens el grafismo en la fotografia. Jean-Paul Goude y Leigh Bowery el juego con el cuerpo humano. Damien Hirst y Beuys me aportaron el sentimiento de la melancolía de una manera conceptual; Wim Mertens y Junior Boys lo mismo, pero en la música.
Txt: Patricia Reguero