La nueva voz de las letras argentinas ha desembarcado en nuestro país con una novela que es un mundo en sí mismo, Las teorías salvajes. Una historia desbordante de ironía que se propaga a través de la visión 3.0 del conocimiento.
A modo de gran acontecimiento (“de la nueva narrativa argentina”, afirma Ricardo Piglia en la contraportada del libro). Con sabor a fenómeno avanzado y diferente, Las teorías salvajes de Pola Olaixarac, es, ante todo, la constatación de una actitud crítica, como un “volver a pensar en la literatura como una forma de conocimiento”. La historia y las ideas que desgrana la autora en su novela, abarrotada de información y exuberancias narrativas, se centra en diferentes personajes que pueblan la Facultad de Filosofía de Buenos Aires, uno de esos lugares que deben estar ya en el imaginario colectivo del academicismo porteño y en el paisaje de fondo de ciertos pensadores tan contemporáneos como Slavoj Zizek, quien magnificó su figura tras el documental que se grabo sobre su paso por dicha institución.
¿Qué místicos secretos debe guardar esta escuela de pensamiento a la que Pola deja visibles su vergüenzas? “Lo más especial de ella es la cantidad de mugre y suciedad en medio de olores y asquerosidades”, cuenta sin problema. “Centré la historia de esta novela en personajes que acudían a esta facultad porque siempre me han gustado las estudiantinas -las películas de género adolescente-, sobre todo las de Michael J. Fox. Quizá no tanto las películas de ahora, a excepción de Supersalidos, que me parece buenísima”.
Como uno de esos vídeos virales que asaltan la red diariamente, que propagan un mensaje “involuntario” y siempre muy efectivo, estas salvajadas en forma de teorías y personajes llenos de matices y formulas narrativas imposibles, parecen haber dado en el clavo: la crítica, el público avezado y la opinión espontánea de la red, la han saludado a modo de gran fenómeno. “Es curioso porque en Argentina la novela tomó carácter global; a veces pienso que la novela va por una lado y yo la sigo detrás”, ironiza. “Y aquí poco después de haber salido al mercado parece que se ha agotado en pocos días”.
La historia de unos personajes que actúan y ejercen de nerds, le sirve a la autora para cargar contra el caduco mundo progre de los setenta, el mundo académico y la obscena realidad que a menudo conlleva la cultura que nos viene impuesta. De hecho, y a pesar de ciertas dosis de plomiza recreación de situaciones y personajes, el gran mérito de la Oloixarac es el de volver a conectar la realidad con la cultura pop. “Lo más extraño de la cultura pop hoy en día es que trabaja sobre el olvido -observa-. La conversaciones entre Rosseau y Diderot, una relación absolutamente pop, siempre fijaban su atención en el pasado. Olvidarse del pasado, separar lo político de sus consecuencias hace que se caigan en preceptos exclusivamente estéticos”, algo más propio de la posmodernidad, con la que la autora satiriza hasta dejarla doblada. Sin sentido.
Texto: Jaime Casas
Foto: Chus Sánchez