(A Coruña, 1978)
En cierta manera, su fotografía podría ser denominada “íntima”, pues su cámara desnuda con naturalidad el paisaje físico y humano. Sus instantáneas destilan cierto halo de ambigüedad, planteando con ellas más preguntas que respuestas.
Cuéntanos la historia que hay detrás de la imagen de la portada de esta edición. Es parte de un trabajo que hice para el Instituto Europeo di Design. Consistió en fotografiar el trabajo de 144 alumnos de moda, dirección creativa y estilismo. Cada 15 minutos entraba en el plató un alumno con su personaje. Intentaba descifrar su intención rápidamente para después dirigir al modelo y conseguir la mejor foto posible.
Para hacerle una buena fotografía a una persona, ¿es mejor ponerle un disfraz, o intentar quitárselo? A veces la gente se muestra más abierta a través de un disfraz que al desnudarse ya que, desnudos, intentan aparentar calma o se ponen a la defensiva. Con el disfraz consideran que no son ellos y se liberan.
A quién cuesta más sacarle la “máscara” para un retrato y que aparezca tal como es, ¿a una estrella del celuloide o a una persona anónima, por ejemplo, de la Cañada Real? Las estrellas del cine están más acostumbradas a la cámara. En la Cañada Real todo el mundo desconfía, por el trato que han recibido de la prensa y por la situación irregular en que se encuentran. De todas formas, creo que es imposible que una persona aparezca en una fotografía “tal y como es”.
Es un tema recurrente pero, como profesional, ¿qué opinas sobre las imágenes tan crudas que se han visto sobre Haití? ¿Son necesarias? No, pero así durante unos días parece que estamos muy preocupados por el tema y luego a otra cosa mariposa. Que cada uno de nosotros tenga que aportar dinero de su bolsillo para parchear este tipo de problemas me parece una muy mala costumbre teniendo en cuenta el dinero que los Estados destinan anualmente a gasto militar, o lo que podrían contribuir condonándoles la deuda externa. El resto de medidas son, casi siempre, un bálsamo para las conciencias de occidente, además de pan para hoy y hambre para mañana.
¿Qué no puede captar una fotografía? Un montón de cosas. Un olor, un sonido… Realmente es muy poco lo que capta pero ese poco tiene un poder evocador enorme.
¿Qué paisaje, de todos los que has fotografiado, te define mejor? Tal vez el proyecto “Cajas de música”. Contiene bastantes elementos relacionados con mi personalidad. La Galicia rural, cierta sobriedad, amor por la música, la arquitectura, las verbenas…
¿Photoshop o cuarto oscuro? Photoshop, por razones de espacio, tiempo y dinero. Otro motivo es que apenas trabajo en blanco y negro. Si quisiera trabajar en color y con químicos me haría falta una infraestructura enorme. Prefiero llevar los negativos al laboratorio para después escanearlos en mi estudio y retocarlos.
¿Qué ha captado la última foto que has hecho antes de esta entrevista? Un armario desmontado dentro de una furgoneta. La hice ayer con el móvil para enseñárselo después a mi novia. Justo antes, a Maika Makovski, en una pista de patinaje sobre hielo.
¿Te gusta disfrazarte? Me encanta, sobre todo en carnaval. No hace mucho hicimos una fiesta con el tema “estaciones de metro” y me disfracé de Palos de la Frontera. Llevaba una chilaba, un gorro árabe y un montón de moratones por todo el cuerpo.
Texto: Nacho Urquijo
Foto de portada: Luis Díaz Díaz · Proyecto: IED ModaLab / Coordinación: Patricia Yagüe / Sombreros: Justin Smith Squire · Vestuario: Carlos Miralles.