Las últimas obras del Loustal historietista publicadas en España fueron La Sangre de los Asesinos y Hermoso mar de China (Ed. Sins entido). El año pasado publicó en Francia su adaptación de Coronado, el libro de relatos de Denis Lehane. Pero hay otro Loustal que abandona con frecuencia esa isla que es el tablero de dibujo y viaja a otros lugares. Aprovechamos su visita del mes pasado a su exposición en el Instituto Francés de Madrid para entrevistarle.
Gracias a sus cuadernos de viaje podemos conocer muchos lugares, paisajes muy distantes y muy diferentes. ¡Es usted un tremendo viajero! Creo que si me gusta tanto viajar es porque me gustan los mapas. Me gusta abrir un mapa, poner el dedo e ir a conocer ese lugar. Y tengo la suerte de viajar mucho y a muchos lugares. Esta es una muestra de lo que me traigo de todos esos lugares. Desde bocetos a piezas terminadas. También fotografías, documentación que luego me llevo al estudio y que son la base de mi trabajo.
En la muestra hay una serie al carboncillo dedicada a la Isla de Lanzarote… Creo que fue hace unos tres años cuando estuve en Lanzarote. Me sorprendió el contraste entre su paisaje volcánico y como se encuentra con el mar. Lo interesante de las islas es que te permiten acotar, reducir la realidad. Son espacios limitados por el mar en los que puedes encontrarlo todo. El paisaje, las ciudades, las casas, las personas… Está todo muy cercano. Y al mismo tiempo este paisaje cerrado se relaciona, choca con el mar, mi otra pasión. Un inmenso espacio abierto y otro mucho más reducido, concreto.
¿Y cual es su isla ideal? En esta exposición también hay muchas imágenes de las Islas Marquesas. Si cualquier persona viaja a Nueva York, encuentra una ciudad que ya conoce, por el cine, la televisión o la literatura. Pero hay otros lugares de los que no tenemos tanta información y con los que no tenemos ninguna relación, ya sea anecdótica o profundamente emocional. Para cumplir un encargo para la edición francesa de la revista Geo llegué a las Marquesas y conocí algo que nunca había visto antes. Un lugar absolutamente nuevo para mí, que me causó una impresión que solo puedo explicar como siempre lo he hecho…
Además de cómo un recalcitrante trotamundos, en sus biografías siempre se le presenta como un arquitecto de formación que se ha dedicado al cómic, a la ilustración, a la publicidad… ¿Dónde quedó el arquitecto? Mi interés por el dibujo viene desde que soy muy joven, desde niño. Y si escogí los estudios de arquitectura fue precisamente por su componente gráfico, por el dibujo que hay incluido en la arquitectura. El final de los años setenta, fueron excepcionales para el cómic en Francia. Un gran cambio que nos permitió hacer historieta para adultos. Yo no me hubiera interesado por el medio si no hubiera sido así, si hubiera seguido siendo un medio infantil. Bueno, antes de que terminara la carrera ya había publicado varios álbumes. Y si llegué a licenciarme, si continué estudiando, fue para evitar el servicio militar. Lo que me da un poco de rabia es que ahora que tengo que hacer reformas en mi casa, tengo que llamar a un arquitecto amigo mío…
Su trayectoria como historietista está fuertemente marcada por sus colaboraciones con los guionistas con los que ha trabajado. En realidad yo nunca he trabajado con guionistas profesionales, sino con escritores. Phillipe Paringoux, Jerome Charyn, Jean Luc Coatalem o Jean Luc Fromental son en realidad escritores. Y si fui encontrando posibilidades de colaborar con ellos no fue por su capacidad para desarrollar el argumento de nuestras historias, sino más bien por su estilo literario, por su capacidad expresiva o de sugerencia. En el cómic yo he buscado todo el tiempo la perfecta conjunción entre la palabra y la imagen, por eso me han interesado poco las investigaciones que han hecho otros sobre el movimiento o la acción. Yo he trabajado siempre sobre el ambiente, sobre la atmosfera que unos personajes, un lugar y las palabras pudieran transmitirnos.
Texto: Christian Osuna
Ilustración © Jacques de Loustal