Normalmente no es un museo, tan silencioso e iluminado, hacia donde se echa a andar si se quiere asistir a un concierto. Y menos si es de jazz, ese género compuesto de folclore anglosajón y ritmos afroamericanos que tiene un swing muy volátil subordinado a la improvisación, lo que exige una inspiración contrarreloj: “esta inspiración es inmediata y certera, la primera idea ya ha de tener una dirección”, anota el pianista Iñaki Salvador.
Sin embargo, el Reina Sofía es uno de los escenarios que acoge, entre marzo y junio, el festival Eurojazz, celebrado por primera vez en España. El ocho de abril actúa en él Iñaki Salvador con su trío. Salvador es ese pianista vasco que nunca rompe la melodía pese a sus continuos efectos sorprendentes (saltos de octava, trinos, arpegios…). El que se hizo famoso en los clubes de su tierra antes de exportarse con éxito a otras partes nacionales y foráneas y a otros géneros musicales, para los que “aunque las estrategias creativas son distintas, nunca dejas de ser tú”.
Nada cabe anticipar de un concierto de jazz (salvo el aforo completo en este caso, por la calidad), porque la improvisación lo vuelve único e irrepetible. “Improvisar es un vértigo excitante”, dice Salvador. “El jazz catapulta la creatividad, y en la improvisación parece no estar presente la técnica musical, tan sólo lo emocional”. Pero improvisar no equivale a intuir, al menos no por completo. Mucho antes de subir al escenario, el improvisador aprendió recursos melódicos, rítmicos y armónicos para desarrollar su habilidad, “un músico profesional lo es precisamente por su capacidad de utilizar dichas herramientas”. Si bien la formación técnica no debe ahogar la expresividad espontánea que todos traemos de serie: “Así como se expresan de manera natural los sentimientos, cualquiera puede improvisar con un instrumento, pero en demasiadas ocasiones la educación musical ha castrado ese impulso”.
Probablemente el más difícil todavía de la improvisación jazzística esté en esos escenarios donde no hay un solista sino varios músicos obligados a acompasar sus ideas. En el trío habitual de Iñaki Salvador la complicidad se transparenta: “Es imprescindible escuchar a los músicos con que se esté tocando. Y así se produce también una comunión con el público, del que se recibe energía, y todo fluye en un circuito cerrado”. La preparación de la improvisación del concierto es una tarea tan difícil como aparenta, “intentamos realizar en el local todos los simulacros necesarios de las situaciones que pueden darse sobre el escenario, y las resolvemos de varias formas”.
Además ha de tenerse en cuenta el estado de ánimo del músico, que puede que lo gobierne, lo que repercutirá en el sonido: “La preparación individual es a veces un rato de silencio y soledad, a veces es una caña y una charla con los compañeros; depende del día. Incluso pueden ocurrir imponderables que no te permiten decidir, y entonces suelen ser muy útiles ciertas técnicas de calentamiento y concentración”.
Posé-Salvador-Roper Trio en concierto · Jueves 8 abril · 19:30 h · MNCARS Auditorio 400 Edificio Nouvel.