Con actores no profesionales y economía de recursos. Así ha rodado este salmantino Amateurs, la preciosa historia de amor (paternofilial) entre una adolescente francesa y una anciano de vallecas unidos por el cordón umbilical de la soledad.
Sud Express, intimista mosaico humano en torno al tren que une Lisboa con París, fue una de las joyitas del 2006, a pesar de su discreto eco. Gabriel Velázquez (Salamanca, 1968), codirector con Chema de la Peña (Isi/Disi), esbozó una sensibilidad francesa que se confirma, ya en solitario, en Amateurs, punto y seguido de una búsqueda personal que empezó con cinco premiados cortos. «Fueron una manera de experimentar y encontrar mi camino», confiesa. «No me gustan las cosas bonitas. Me gustan los sitios rotos, oxidados, ruinosos. Y que no sean sociales, sino humanas, un matiz importante. Amateurs era un drama social: el mundo de la construcción. Y dije, ¡fuera! Lo importante son los sentimientos, lo universal». El filme, una minimalista pieza sobre el encuentro entre una adolescente francesa que busca una figura paterna y un anciano que le ofrece una de usar y tirar, se rodó en Marsella y una azulada Vallecas que trasciende a lo local. «No había ido a Marsella, pero sabía que quería rodar allí por las pelis de Belmondo que veía de pequeño y por Guediguian, mi director favorito junto a Rohmer».
Amateurs, que «huele a la mezcla de yeso, arcilla, óxido y humedad que sueltan las grietas de una casa en ruina», habla sobre «la necesidad de amor y la soledad». Y sobre las familias provisionales. «Una familia unida por el cordón umbilical es eterna. El protagonista sueña eso, pero los amores que no son de sangre son quebradizos, como el de una novia». El cineasta ha codificado una heterodoxa forma de trabajo que hace de su cine algo especial. Rueda sin música y con un sólo tiro de cámara «porque así es como vemos la vida», argumenta. Y moldea actores amateurs. «Me gusta buscar personajes en la calle. Un rostro lo dice todo, más que los diálogos. Al protagonista lo encontramos jugando a las cartas en un parque de Vallecas. Yo les explico la secuencia y ellos incorporan cosas de su vida real». También es su propio productor. «Tengo una libertad alucinante. El mismo día de rodaje cambio cosas. No quiero venderme. Es mi estilo», confiesa. Aunque todo tiene un precio. «Dependo de las subvenciones. Las teles no compran nada arriesgado». Aunque él, que opina que «Francia es la number one de la cultura», está de acuerdo con este sistema. «Amateurs nos la piden festivales internacionales. ¿Cuánto vale eso para la imagen del país? Para mí Almodóvar no tiene precio. Solamente con él España vale cinco veces más». De momento busca rostros para Iceberg, una historia sobre tres chavales en la que vuelve al paraíso perdido de la niñez. «Estoy en una etapa de mi vida en la que tengo millones de olores relacionados con la infancia – a plastilina; Santander, donde veraneaba; la lluvia, a Saigón, la Playa del Sardinero- que me hacen recordar sitios, situaciones, y…. Mi madre me decía que tenía muy buen olfato porque de pequeñito entraba en el portal y sabía lo que había de comer». Como dijo el poeta Claudio Rodríguez: «todo es infancia».
Amateurs se estrena el 21 de noviembre de 2008.
Texto: David Bernal