El día que a Ferdinando Scianna (Bagueria, Sicilia, 1943) le regalaron una cámara por su décimo cumpleaños, nadie podía imaginar que ese sería su pasaporte para ingresar en el olimpo de los fotógrafos: la agencia Magnum. Este siciliano apasionado, humanista y retratista de las fiestas populares sicilianas ha compaginado el fotoperiodismo, la publicidad y la moda. Unos pocos afortunados han participado en su taller en Campus de PhotoEspaña 2006.
¿Cómo empezó tu carrera? Empecé fotografiando a mis compañeras de colegio. Eso me hizo muy popular, en cierto modo era un instrumento de comunicación y de seducción.
¿Había en tus fotos de infancia alguna directriz que has seguido? Hacía fotos antes de imaginar que sería fotógrafo. Hice un diario de la vida social y política de mi isla. Probablemente como un acto inconsciente de querer dejar huella de ese mundo que iba a desaparecer. Esas fotos las he utilizado después en mi libro “Bagheria” que es una especia de romance de la memoria y de mi carrera.
¿Cuándo tomas conciencia de ser fotógrafo? La conciencia de lo que estaba haciendo nace cuando utilicé la fotografía para hacer una tesis de antropología que nunca acabé, pero que se convirtió en el libro “Feste religiose in Sicilia”. Esto me hizo entender que quería utilizar las fotos para contar el mundo, sin ningún interés científico.
¿Qué influencias tenías viviendo en Sicilia? Iba mucho al cine, ahí viví las primeras emociones de las imágenes, del cine neorrealista. Luego descubrí el renacimiento italiano, a Masaccio a través de las proyecciones de la clase de arte durante la universidad. Más tarde me impactó el cine ruso.
¿Cómo ingresaste en la agencia Magnum? Nunca me planteé presentarme, me parecía fuera del alcance de mis posibilidades y de la calidad de mis fotos. Mientras ejercía de corresponsal en París, conocí a Cartier-Bresson y esta relación se convirtió en una amistad. Pasado un tiempo decidí dejar París, se lo conté y él me propuso presentar mi portafolio a la agencia. Y así lo hice, me aceptaron y eso fue increíble, porque Magnum se identifica con todo lo que me interesa en fotografía. Mi gran fortuna ha sido encontrar a gente mejor que yo, que me han tomado en serio.
¿Te interesaba la moda? Como reportero, la moda sólo me interesaba como fenómeno…nada más. Al dejar París, volví a Milán y Dolce y Gabbana me propusieron hacer un catálogo, no sabía quienes eran. Ese trabajo me ayudó a romper prejuicios propios y a descubrir una cosa fundamental para mi carrera: la diferencia esencial entre las fotos hechas y las encontradas, era menos radical de lo que pensaba, porque aunque le pidas a alguien que pose, siempre ocurre algo que no puedes calcular, eso es la fotografía…todo pasa en un instante.
¿Proyectos futuros? Como decía Victorio Gassman, tenemos un gran porvenir detrás de nuestras espaldas. Tengo 63 años, soy fotógrafo desde hace 43, ahora estoy organizando viejos proyectos como libros que se editarán antes de mi muerte, exposiciones, entrevistas. Estoy racionalizando un trabajo tan apasionante como es la fotografía que se hace en la contemporaneidad, pero llega un momento que necesita de la memoria, de una retrospectiva.
Txt: Mónica Cuende
Foto superior: Budapest, 1990
Foto sumario y nº1: Enna, Settimana Santa, 1963
Foto nº2: Ornella Mutti, 1996