Más de uno debe pensar que ante la ingente cantidad de libros que se publican en nuestro país, el libro, como le está sucediendo a los discos, no pasa por su mejor momento. Pero no es así: el fetiche último de la cultura, la académica y la popular, vive un buen momento gracias a editoriales como las cinco que aquí nos ocupan. Son sólo un ejemplo de empresas que, con mimo y dedicación, hacen de sus nuevas referencias pequeños fetiches editoriales en los que las que el contenido no va a la zaga del continente. A continuación siguen las opiniones de sus editores en torno a cuatro cuestiones:
1. ¿El tamaño importa? Pequeños frente a grandes editores.
2. Los placeres sensoriales de un libro. Pequeños y grandes detalles.3. Editores artesanos en la era digital.
4. El libro-idea y la idea de libro.
Rubén Hernández.
Co-editor de Errata Naturae. Madrid, 2008.
1. No creo que tenga sentido la comparación, ni que deba hacerse: hablamos de productos radicalmente distintos y ajenos desde su mera concepción hasta su recepción final. Las mejores y más prestigiosas de estas editoriales lo consiguen incluyendo muy pocos títulos que avergüencen a sus editores y que les permitan compensar las pérdidas de otros libros que les enorgullecen y empobrecen. En el caso de las pequeñas editoriales, la consigna, al menos en nuestro caso, es olvidarse de márgenes prefijados, estar orgullosos de cada título y ser lo suficientemente listos para sobrevivir en plena jungla.
2. Le damos mucha importancia al diseño general del libro, por supuesto, y eso incluye todas sus partes y complementos.
3. La idea de la «artesanía» es una metáfora atractiva para definir el trabajo de los pequeños editores: productores de objetos cuidados, que no necesitan un gran despliegue industrial y que aportan a cada obra y a cada libro un tratamiento distinto y un acabado casi específico. Pero no debemos olvidar que hablamos de una metáfora: los libros producidos por Errata naturae o por Planeta acaban en un mismo mercado y están sometidos a las misma presiones por parte del engranaje económico general en un mundo altamente globalizado.
4. A veces libros-ideas, a veces libros-dinamita y a veces libros-libros.
Enrique Redel
Editor de Impedimenta. Madrid, 2007.
1. El editor gestiona casi todos los procesos de la edición, desde la elección de los títulos y la formación del catálogo, hasta el diseño de los propios libros, el control de la traducción, los contratos que hay que firmar para que el libro salga a la calle, la promoción, el control en librerías y la relación con el distribuidor y la red comercial.
2. El libro, como objeto, merece ser bello. Recuerdo lo que decía aquel gurú de mi juventud: «La belleza es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo».
3. Más bien de «arte-insania», si se me permite la broma. Hay que estar un poco loco para ser editor, tener un punto de diletante, pero siempre con un ojo puesto en el mercado y en la cifra. La edición no es una profesión glamurosa. Nos pasamos buena parte del día acarreando fardos, cargando nuestra peculiar «impedimenta». Recuerdo que mi abuelo, un ‘letraherido’ de los que marcan época, me decía: «Hijo, me parece muy bien que seas editor. Pero si lo que quieres es ganarte la vida, creo que mejor sería que montases un bar».
4. Frente a ofertas de libros que no dicen nada (de ellos está el mundo lleno, desgraciadamente, y conforman eso que llamamos «los demasiados libros»), en Impedimenta (y en otras editoriales afines) aspiramos a hacer libros con contenido potente, y que además indaguen en misterios que nos abruman. Por ejemplo: Méndez Ferrín, uno de los intelectuales más controvertidos del actual panorama literario español, y el mejor escritor gallego vivo, al que acabamos de publicar su obra maestra Amor de Artur; o el de Wyndham Lewis, apodado «el enemigo», figura fundamental del panorama literario de principios del XX, de quien publicamos hace un año sus memorias bélico-artísticas, Estallidos y bombardeos.
Ana S. Pareja
Co-editora de Alpha Decay. Barcelona, 2004.
1. Creo que sobre todo, el punto de partida, a la hora de elegir títulos o apostar por unos u otros autores, diverge mucho entre las editoriales independientes y los grandes grupos. En las pequeñas todo gira en torno a la calidad, el riesgo y la innovación.
2. Siempre hemos dado mucha importancia al aspecto exterior de los libros. Opinamos que el momento de lectura se inicia con el primer vistazo que un futuro lector echa a la cubierta en la mesa de novedades, el siguiente paso es la percepción que tiene el lector al sujetar el libro. El catálogo de una editorial no es sólo un montón de libros publicados bajo un mismo sello, sino que es equivalente, como decía Adorno a propósito de la inteligencia, a una categoría moral.
3. El mimo y el cuidado que ponemos en cada libro son propios de una tarea de artesanos, por no decir que es un trabajo «de chinos». Cuidar los detalles al máximo y seguir los procesos con esmero y detenimiento es un lujo que nos podemos permitir los pequeños editores, gracias al número limitado de novedades que sacamos al año.
4. Los libros-idea son una parte importante de nuestro catálogo, tratamos de hacer uno o dos al año. Matar en Barcelona, por ejemplo, cuyo valor es el concepto, la idea, remite a cosas que van «más allá» de lo literario. Eso da energía y dinamismo al catálogo.
Julián Viñuales
Editor de Global Rhythm Press. Barcelona, 2001
1. Por aborrecible y manido que resulte el tópico, dícese que, por encima de consideraciones de otra naturaleza, apostamos por lo que nos gusta… Y tal vez sea ésa la diferencia principal.
2. Toda esa parafernalia contribuye notablemente a cimentar una cierta estrategia de diferenciación.
3. No sé si es algo universalmente aplicable a todos independientes, tal se haya idealizado en exceso la imagen del pequeño editor…
4. Las ideas son muchas y muy diversas las motivaciones que pueden animarte a publicar un texto, desde las que nacen en la más combativa militancia ideológica hasta las que te sorprenden en la más intrascendente y apacible indolencia, y que son producto de imprevisibles preferencias estéticas, de encontronazos inesperados…
Jan Martí
Editor de Blackie Books. Barcelona, 2009.
1. Difiere básicamente en algo tan metafísico como la concepción del tiempo. En las majors se da casi por sentado que los libros caducan. Se busca el máximo impacto en el menor tiempo. Creemos que hay algunas grietas en esa maquinaria que permitirán que nos aprovechemos de ella sin seguir sus órdenes.
2. Ya hemos diseñado cuatro libros (entre ellos Cosas que los nietos deberían saber de Mark Oliver Everett (Eels) o El Tutú de Princesa Safo), cada uno con algo especial. Una faja desplegable, estampación, unas guardas que cuentan historias sobre Blackie, nuestra mascota. Es nuestra apuesta.
3. Bajo el un criterio que no sabemos cuál es, vamos a publicar básicamente de todo, pero no cualquier cosa.
4. Se cuida todo al detalle, pero la pretensión no es ser unos humildes artesanos que hacen ediciones limitadas y que se esconden para que no los conozca nadie y así ser «rematadamente indies» y respetados. No, queremos llegar a cuanta más gente mejor. Nos parece cobarde decir lo contrario.
Texto: Jaime Casas