No es un bulo, todos los hijos somos testigos: las madres están equipadas con un dispositivo que les permite improvisar un mantel a base de remendar los tejidos que tengan a mano y alargarle la vida a la manguera de la ducha parcheándola con cinta adhesiva. Pero ese ingrediente no es sólo patrimonio suyo. Corría 2005 cuando rompió el cascarón el estudio barcelonés de diseñadores industriales Amor de Madre, con las cabezas preñadas de ideas innovadoras.
Llevan desde entonces produciendo esos objetos que no le faltan a ningún censo casero de trastos (percheros, jarrones, etc.), pero diseñados con un giro vanguardista. “Nos llamamos Amor De Madre porque trabajamos con el cariño y cuidado que ponen las madres al crear productos en los que creemos, los que todos necesitamos”, asegura Ernest Perera, director del estudio, un licenciado en Bellas Artes que ha expuesto sus diseños en galerías milanesas y parisinas, y que ha impartido clases en escuelas como Elisava. Sus compañeros de armas son los jóvenes Tomás Bedós, Marcel F, Marc Monzó y Guillem Ferrán. Además de ser curiosas, sus creaciones se caracterizan por ser eminentemente funcionales. Perera tiene claro quién ha de ganar ese eterno combate en el ring del diseño entre funcionalidad y estética: “No tiene sentido crear productos muy bonitos si no sirven de nada. Nosotros queremos hacer objetos que por encima de todo sean funcionales, aunque también pretendamos instar a la reflexión sobre la pieza”.
Uncut, 2007. Ernest Perera. Fieltro y velcro
Otro denominador común en lo fabricado por este estudio es el uso de materiales reciclados, así se persigue enviar un mensaje de consideración con la Madre Tierra: “Producir de forma sostenible ya no puede considerarse un extra”, advierte Perera, “todos los productos deben ser respetuosos con el medio ambiente”. Estos diseñadores no son de esos que les dicen a sus mamás que pueden presumir de hijo artista: “El diseño no es un Arte, por más que algunos digan que sí y aunque se hagan bellezas impresionantes en este campo. El diseño es un canal de comunicación”, sostiene Perera. En todo caso, se necesita un índice de creatividad muy superior al común de los mortales para lanzarse a diseñar. ¿Será la creatividad un don de los padres creadores? “No, se pueden aprender estrategias ad hoc, en las escuelas de Diseño se hace”. Por cierto que, según Perera, no faltan buenas escuelas de Diseño en España, “aunque falla la enseñanza de contenido comercial: “Un diseñador tiene que saber que él hace un proyecto, pero también que tiene que haber alguien que lo produzca, distribuya y compre”. Curiosamente, no es la Madre Patria la emisora principal de los pedidos que recibe esta empresa (que se tramitan por medio de su página web), sino Holanda y Dinamarca: “Esos son lugares con menos sol, la gente pasa más tiempo en casa y por esto compran más accesorios de uso cotidiano”, cree Perera. De todos los objetos ofertados, los que ganan por goleada de ventas son “el colgador de pared y las babuchas”, aunque ninguno se pueden quejar de su éxito, la firma ni siquiera ha sentido el latigazo de la crisis, “quizá porque los nuestros son productos de primera necesidad”.