El cine se ve, se escucha e incluso se siente y también se dibuja. Pablo Buratti (1975), nació en Corrientes, Argentina, estudió en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica de Buenos Aires y emigró a Madrid en 2001, poco antes de que su país de origen implosionara con la crisis del corralito. Desde niño, sus dos pasiones absolutas fueron el dibujo, para el que siempre tuvo un talento innato, y el cine. Se especializó en dirección y producción, pero casi por casualidad comenzó a hacer ilustraciones para sus propios proyectos y llegaron los primeros encargos.
Cuenta Buratti que al llegar a España iba con dos CVs, uno como productor y otro como ilustrador y que al principio pensaba que era imposible ganarse la vida con lo segundo. Su primer trabajo con Almodóvar en Los abrazos rotos (2009) es un punto de inflexión que inicia una colaboración que ha continuado en La piel que habito (2011), Dolor y gloria (2019), o el reciente corto Extraña forma de vida (2023) y que puede verse en el libro Storyboarding Almodóvar, publicado el año pasado por Dolmen Editorial. Con más de 50 títulos a sus espaldas, destacan otros como Lo imposible (J.A. Bayona, 2012), Hasta el cielo (Daniel Calparsoro, 2020) o la serie 30 monedas de Álex de la Iglesia.
¿Qué hace un ilustrador de cine?
Hay dos grandes áreas, el diseño artístico y la planificación de cámara. La primera tiene que ver con el diseño de personajes, la ambientación, los decorados y el look visual de la película. Resulta muy útil por ejemplo al departamento de arte. Luego está el storyboard o guion gráfico propiamente dicho que es un pequeño montaje mediante viñetas que da una idea de lo que luego se va a rodar. Para los directores y los equipos es muy valioso para saber cómo van a solucionar una secuencia complicada y cuáles son las necesidades de gestión de rodaje. El diseño artístico está relacionado con la parte creativa y el guion gráfico con la narrativa.
¿Cómo trabajan de manera conjunta el ilustrador y el director de la película?
La dinámica más habitual es que primero haya una reunión con el realizador y el director de fotografía para saber cómo visualiza los planos que quiere rodar. No se dibujan las películas enteras sino escenas muy específicas. Se abordan cuestiones muy técnicas, pero también narrativas. Con Almodóvar, por ejemplo, me reúno con los actores y asisto a algunos ensayos para poderme hacer mejor una idea sobre la mejor colocación de cámara posible. También utilizo material adicional como fotos o planos en estrecha colaboración con el departamento de arte. La planificación no es algo hermético, todo está vivo y puede cambiar durante el rodaje.
¿Le ha pasado ver alguna de las películas en las que ha trabajado y decir, “esto me lo he inventado yo”?
Las artes audiovisuales, el cine, es uno de los trabajos más colaborativos que existen. Claro que de vez en cuando ves plasmada alguna de tus ideas, pero nunca te la puedes arrogar en exclusiva porque hay toda una cadena que comienza en la cabeza del realizador. En la medida de lo posible vas aportando elementos de tu propia cosecha en ese continuo intercambio creativo.
¿Las películas no se dibujan enteras?
Para eso necesitarías comenzar a trabajar un año antes y en España las preproducciones no son tan largas; Dos meses o un mes y medio antes es cuando se comienza a definir el casting y las localizaciones. En Hollywood sí se dibujan enteras, hay departamentos enteros y es una condición sine qua non. Aquí no estamos tan avanzados, pero es posible vivir de esta profesión. En los últimos años he encontrado otra vocación en la docencia, en la transmisión de conocimientos, y me he dado cuenta de que entre los jóvenes sigue siendo una profesión bastante desconocida.
Además, también realiza sus propios trabajos como ilustrador independiente. ¿Cómo enfoca esa actividad?
Soy muy feliz trabajando para cine ya que me permite combinar mis dos grandes pasiones. De todos modos, es cierto que ese trabajo absorbe mucho tiempo y me deja poco tiempo para proyectos más personales que también me dan mucho placer porque puedo dibujar cosas que me gustan y normalmente no hago. Hay quien te pide una ilustración para una nota periodística, la portada de un libro… Y están las impresiones seriadas aunque no tiro tanto por ahí.