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Agustina Guerrero

POR Diana Hernández

02/10/2025

Ella se define como una cazadora de historias. En "Hoy", su última novela gráfica y cuaderno de campo, el paseo sin destino se convierte en un acto íntimo de revolución, una invitación a oler lo real y habitar lo común.

En la foto: Agustina Guerrero © Leire Villar

De las viñetas humorísticas a las novelas gráficas que exploran la vulnerabilidad,  Agustina Guerrero ha ido afinando la mirada y el pulso narrativo de sus historias. El viaje y La compañera abrieron el camino hacia lo íntimo; Hoy, su última publicación junto a la editorial Lumen, recoge esa madurez y la despliega en Barcelona, lejos de la postal turística y cerca de los rincones que ella misma habita.

El cambio de fisonomía del personaje acompaña una búsqueda vital, el color funciona como lenguaje emocional y el duelo atraviesa el proceso hasta transformarse en una celebración de la vida. Una reflexión sobre el tiempo y las redes sociales, un deseo de bajar el ritmo y de entrenar la atención para encontrar belleza en lo cotidiano. 

Entre una agenda cargada por una gira de medios alrededor del país, tuvimos la oportunidad de bajar el ritmo y abrir una conversación cercana y sincera con Agustina. Al final de la entrevista, nos deja un mensaje muy importante para quien reciba este libro.

Desde tu primer libro en 2013, hasta Hoy, ¿cómo ha evolucionado tu trabajo?

Yo creo que todo mi trabajo ha ido mutando. Al principio, cuando hacía viñetas sueltas, había mucho de humor. El personaje era muy característico con su moño, camiseta de rayas y pantalón. Era más como una caricatura, y básicamente trataba temas cotidianos a través del humor.

Ha habido un salto en esta manera de contar y de narrar. Cuando saqué mi primera novela gráfica, El viaje, fue todo un reto porque era la primera, y además tocaba temas muy íntimos, muy profundos, muy fuertes.

Luego salí de esa faceta humorística y empecé a mostrar también un personaje más vulnerable, con sus miedos, sus inseguridades, su ansiedad, su insomnio. Para mí como autora eso fue un momento de cambio potente.

¿Qué cambió en tu mirada mientras avanzabas?

La compañera más o menos continuó con la misma línea de El viaje. Con Hoy también hay un salto, me despido de ese personaje con moño y camiseta de rayas. Sentía que con El viaje o La compañera había llegado un momento en el que el personaje caminaba en paralelo a mí, que estaba haciendo su propio camino. Allí lo volví a coger, porque quería que fuese mi alter ego… yo quiero sentirme identificada con este personaje. Y en El viaje lo sentí así, pero me pasó que físicamente ya no lo veía como soy yo. Yo había crecido, no me veía reflejada con ese moño y esa ropa.

Con Hoy, al principio pensé que no lo podía cambiar porque claro, el personaje ya lo identifican como “La Volátil”. Luego pensé, “pero ¿por qué no lo puedo cambiar?” Para mí también hay un mensaje detrás de este cambio. Muchas personas que me siguen fueron creciendo y cambiando conmigo. Y creo que hay una lectura mucho más profunda de decir que no somos los mismos, vamos mutando, vamos cambiando.

Y me animé… si bien está el estilo del personaje, su cuerpo es otro, tiene una fisonomía más de mujer, más humana, que me ha costado mucho dibujar. Sí que hay todo un recorrido y una evolución que se fue dando de una manera gradual, natural, y haciéndole caso mucho a mi momento vital.

¿Cómo surge la idea de escribir Hoy?

Este libro pasó por muchos momentos en cuanto a la temática. Cuando se me propone hacer un nuevo libro yo quería hacer un homenaje a la ciudad que me acogió, Barcelona. Me parecía súper interesante el poder plasmar un libro donde estoy paseando.

Yo soy muy observadora, para mí pasear es que lo defiendo absolutamente. El paseo sin ningún tipo de pretensión. Sentarme y observar me parece un planazo, y el libro iba a ir por ahí.

Cuando lo empecé, sufrí una pérdida muy grande de un amigo; de hecho, es a quien está dedicado el libro. Eso me dio una especie de giro. Incluso lo tuve que aparcar porque sentía que no lo podía dibujar, que no podía ser creativa porque estaba atravesando un duelo.

Yo quería mostrar el saber estar, el buscar esos ratitos que te que te anclan y que te hacen mirar lo que hay alrededor, estar con una misma… también quería hacer como una oda la vida, al valor que son los días, a prestarle atención a los días cotidianos.

Luego lo cogí como una celebración a la vida y un homenaje a todo lo que tenemos. Creo que este libro ha ido mutando y es lo que es hoy.

Un tema que suele sonar muy místico consigue ser totalmente natural y cercano, ¿es lo que buscabas?

Es mi manera de siempre contar, de ser genuina con lo que cuento. Lo que espero es que cuando lo cierres, te levantes de la silla, salgas a la ciudad en la que estés y te permitas bajar el ritmo, detenerte a mirar lo que es real, oler lo que es real.

Bajar el ritmo es un acto de revolución…

Absolutamente. Ahora es menos exótico irte a escalar el Everest o irte a las Maldivas que tomarte un día para ti, con un paseo. Parece que es marciano hacer eso. Es algo extraordinario poder hacerlo. Y creo que estamos haciendo algo muy mal si no podemos hacerlo.

Me parece que estamos viviendo como autómatas, que la vida últimamente se sostiene solo por acontecimientos maravillosos, por acciones o por experiencias increíbles. Para mí tiene mucho más valor cómo cada uno habita lo común, lo cotidiano, que son la mayoría de los días. Eso para mí es el valor más grande.

¿Cómo es el proceso creativo de tus libros?

Cuando hago un libro dejo que todo vaya saliendo de una manera muy natural. En este libro [Hoy] ya estaba pensada la estructura con introducción, el nudo y el desenlace. Pero de resto, dejo espacio a que ocurra la magia. Cuando me siento, yo escribo y dibujo a la vez, no lo puedo separar. En ese momento es que van surgiendo cosas, no las puedo planificar…

¿Nos encontramos ante anécdotas personales o ficción?

Siempre digo que yo no miento, pero sí exagero todas las situaciones. Todo lo que lo que está aquí [en Hoy] es real, pero no deja de ser un cómic, una novela gráfica, y la modifico de tal manera que sea atractiva para un libro.

Me baso mucho en la realidad, me cuesta mucho hacer ficción, muchísimo… pero sí envuelvo a esta realidad. Todo lo que hay en este libro sucedió, ¡las fotos existen!

¿Cuánto tiempo te toma crear uno de tus libros? Cuéntanos algún reto del proceso…

Depende… En El viaje o La compañera tardé menos. Este tardé más porque lo aparqué, no lo estaba pudiendo hacer. No me costó escribirlo, me costó más dibujarlo.

Al dibujar otro personaje, ya su cuerpo es distinto y no es lo mismo dibujar un personaje que es como una caricatura, donde sus articulaciones son más redondeadas, es más pequeñito, que dibujar un cuerpo humano casi real. Tardé mucho en esto, en la forma del personaje.

Para mí fue todo un reto porque este libro está lleno de detalles porque mi intención es que no se lea rápido, que te detengas en cada página y que, a partir de este libro, entrenes la mirada atenta en todos los detalles que hay, para que cuando salgas a la calle puedas ver la cantidad de detalles que hay en el mundo real.

A mí ahora me pasa, después de hacer este libro miro las fachadas de los edificios distintas, porque las he dibujado. Miro los árboles diferentes, miro las flores, miro los pájaros desde otro lugar. Es un trabajo de observación, la mirada hay que entrenarla…

© Leire Villar

¿Cómo abordaste la documentación y la elección de lugares para el libro?

Yo tenía claro que en este libro yo no quería hacer una ruta a la Barcelona turística, a los lugares típicos de Barcelona, de hecho, es como que se ve un skyline no se ve se ve la Sagrada Familia. Mi paseo en solitario querían ser puntos que yo suelo habitar. Es más de barrio, un parque tranquilo. Para mí también era importante mostrar una Barcelona auténtica, la que yo vivo.

El color para ti es fundamental, Hoy no es la excepción…

La elección de color fue todo tema… tenía claro que el rosa y el azul tenían que estar. Cuando lo empecé era azul, rosa, amarillo y lila. Luego sentí que el lila y el rosa tenían el mismo carácter, que transmitían más o menos lo mismo…

Entonces ahí apareció el rojo, que ya tiene otro carácter. Estas son cosas mías, pero yo lo siento así. Tuve que cambiar todo de nuevo.

Luego, cuando estoy casi a la mitad del libro me doy cuenta de que estos colores hablan. Entonces volví a la introducción y me pareció que el rosa luminoso no me pegaba allí, donde se ve al personaje muy agobiado, acelerado, sin prestar atención a lo que hay… entonces está toda la gama de los azules, y luego, cuando yo decido salir, volar, aparece el rosa.

¿Qué te hizo llevar la mirada al presente?

Pasear es algo que utilizo como antídoto, como remedio. Cuando estoy agobiada, saturada, con la cabeza llena de cosas, lo utilizo como como una herramienta. Salgo a pasear, a mirar y a observar. No voy a ningún destino, es caminar por caminar, muy pocas veces lo hacemos y a mí eso me hace muy bien.

Con este libro quería invitar a que otra persona lo haga, porque quizás no se permite hacerlo o no se le ocurre. Yo vuelvo renovada, fresca y limpia mentalmente.

Cuéntanos alguna anécdota que ocurriera gracias a la presencia…

Muchas veces me dicen que “me pasa de todo”, pero no es así, lo que pasa es que estoy atenta. Si la atención está en otro lado, muchas cosas pasan desapercibidas

Recuerdo que en un viaje a Mallorca con una amiga vimos a un hombre con un ramo de flores en el aeropuerto. Podríamos haber pasado de largo, pero decidimos quedarnos a observar a quién esperaba. De ahí salió una historia que luego convertí en una pequeña novela que compartía por redes sociales. No es que me pasen cosas extraordinarias todo el tiempo; si estás atenta, aparecen. Se trata de ser una cazadora de historias.

En tu trabajo, ¿cómo lidias con los miles de estímulos de las redes sociales que nos retraen del presente?

Está diseñado para eso, para atraparte. Pero creo que ya es una necesidad colectiva apartarlo un poco, la gente necesita desengancharse. Yo intento ser consecuente con lo que hago y con cómo pienso. Por eso mis novelas en redes juegan con la idea de la espera: ‘mañana continúa’. Es una forma de frenar.

Hace unos años hice una novela en Instagram precisamente pensando en cómo las redes nos aceleran. Quería salirme de esa velocidad y probar otra relación con el tiempo. La novela iba de lunes a viernes: cada día, a la misma hora, colgaba cinco páginas y cerraba con un “continuará”.

Me interesaba regalar esa espera. Algunas personas la seguían día a día, otras preferían aguantar hasta que estuviera completa y verlo todo unido. Me parecía curioso, porque la propuesta era justamente lo contrario: frenar, mirar, sostener la atención.

Ese formato seriado me encantó; creo que hice dos o tres más y me quedaron ganas de repetirlo. Para mí, tiene que ver con entrenar la mirada y recuperar el ritmo de lo real.

¿Y a nivel personal?

Cuido mucho lo que comparto. Estamos acostumbrados a ver la intimidad de todo el mundo, esa exposición constante y la necesidad de validación de gente que ni conoces, para mí no es sano. Yo muestro mi trabajo, solo mi trabajo. Casi ni aparezco porque no me siento cómoda en ese papel. Me dije: haz lo que te haga sentir bien, no lo que dicte la manada. Lo que cuento, lo cuento en los libros, pero sigue siendo una novela gráfica: hay exageración, hay ficción. Lo íntimo (mi familia, mi ocio, mi vida privada) me lo guardo.

Cuando la realidad abruma entre noticias, guerras y desastres, ¿qué buscas para volver a disfrutar de las pequeñas cosas?

El estar sobre informada, y sobre todo de las atrocidades que están pasando, me genera por un lado una sensación de culpa, de no saber qué hacer yo desde este lugar. Y segundo, me genera mucha tristeza y rabia. Lo que hago… primero agradecer del privilegio de poder vivir de esta manera, y luego buscar cosas que me hagan tener esa sensación de presencia. Esos espacios de estar con mis plantas, de pintar, ahora he vuelto a coger el pincel.

No evitar la realidad, pero sabiendo que esta también es mi realidad. Quiero seguir viendo que hay belleza en el mundo, que la gente en su mayoría es buena, quiero seguir teniendo la mirada para lo hermoso que es el mundo.

Y por eso justamente también hago este libro, porque a veces me lo planteo… “qué hago yo hablando de mirar el árbol o el pajarito, cuando el mundo se está destruyendo”, pero justamente por eso…

¿Qué otros temas te gustaría explorar en un siguiente libro?

¿Sabes qué necesito ahora? No sé si luego suceda, pero tengo ganas de reírme otra vez, de seguir con mi línea de humor. En este libro, si bien está reflejada mi manera de contar, siento que hay menos humor que en otros libros y quiero recuperar eso también.

Si alguien se encuentra con todos tus libros de frente, ¿cuál recomendarías leer primero?

El viaje. Para mí, a partir del viaje es donde me empecé a sentir muy cómoda como autora, donde dije: “es por aquí donde estoy a gusto”. Ha sido un proceso para llegar a lo que soy hoy, y si bien le tengo muchísimo cariño a los otros libros y llegué donde estoy gracias a ellos también, El viaje refleja todo lo que soy hoy como autora.

Un mensaje para quien lea Hoy…

Yo lo único que quiero es que, si este libro llega a tus manos, se lea bien despacito.

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