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Mensaje en una botella

POR Diana Hernández

21/11/2025

En la foto: Pascual Drake.

Descorchify

¿Cómo se descubre el vino de otra manera lejos de tecnicismos, medallas y discursos solemnes? Pascual Drake abre esa puerta con Descorchify, una suscripción* que cada mes pone en tu puerta tres vinos sorpresa elegidos con dedicación, donde el criterio es el relato y no una puntuación.

Entre cajas apiladas y preparativos para el envío de noviembre, nos sentamos a conversar con Pascual. Mirando atrás, recuerda con orgullo que, aquella idea que en 2022 comenzó con poco más de cien suscriptores mensuales, hoy suma más de 2.000. Su historia arranca con una premisa simple: un periodista que aterriza en el departamento de comunicación de un club de vinos online, sin imaginar que de allí saldría un proyecto que el vino español llevaba tiempo necesitando.

A partir de esa experiencia, vio una grieta en el sistema: «El consumidor medio solo conoce una mínima parte de la riqueza que tiene España, con más de 5.000 bodegas y, al menos, 25.000 marcas de vinos registradas».

Descorchify nace justo ahí, para rescatar «vinos que no han conseguido llegar a donde otros sí han llegado». Pascual defiende que esto no va en contra de lo más comercial, pero sí recordar que existen otras botellas igual de buenas que nunca pisan un supermercado o un restaurante.

Otra de sus obsesiones siempre ha sido cambiar el lenguaje que se usa en el sector. En lugar de hablar de puntuaciones, acidez o retrogusto, él prefiere partir de algo más sencillo: «Lo normal es que una persona recuerde un vino por cuándo lo tomó, con quién estaba, qué le contaron o qué significó ese momento».

Los vinos que entran en cada caja cumplen tres condiciones. La primera, es obvia: que esté bueno (teniendo presente que, con el estándar de calidad actual, esto ya no marca la diferencia). El peso recae en lo segundo: «Que la historia detrás tenga algo de emoción, que conmueva». La tercera, que la etiqueta sea bonita.

En este último punto, Pascual se declara abiertamente culpable. Sabe que habrá quien piense que la estética no afecta al sabor, pero defiende que «lo bonito nos entra por los ojos y predispone a que la experiencia guste más o menos».

Cuando se le pregunta por el proceso para escoger los vinos, sonríe y confiesa que parte de la gracia está en que no lo haya. Siempre se asegura de conocer a quienes están detrás y comprobar que entienden lo que hace Descorchify: «Es un proyecto que vive de la relación con sus clientes y de las historias que se construyen alrededor del vino, no es un canal más que compra un palé para colocarlo en una estantería».

Después comienza el ‘tetris’: «Mi trabajo se parece más al de un escritor o un periodista que al de un vendedor de vino». Siempre hay un vino ancla, un gancho claro. Luego, busca otros dos que encajen con el relato que quiere contar. Cajas coherentes, que cuenten una historia propia. Siempre con una etiqueta bonita.

Hablando de modas y tendencias, Pascual ve con buenos ojos el auge de los bares de vinos naturales: «Creo que está ayudando a que el sector no termine de hundirse, dentro de que cada vez se vende menos vino en España». El reto, dice, es no hablarle siempre al mismo público y de la misma manera.

«El mes que viene saco una caja que le voy a llamar “La caja marciana”, en la que voy a meter ese tipo de vinos, pero con mi lenguaje. No he tenido valor de meterlos en la normal, pero si apetece probar vinos más de este tipo voy a dar la opción… Pregúntame dentro de un mes a ver qué tal me ha salido».

A base de visitar bodegas también se ha quitado algún prejuicio. Cuando arrancó Descorchify estaba convencido de que solo quería trabajar con producciones pequeñas, asociaba los millones de botellas con un producto industrial. Después de unos años ha cambiado de idea, ha visto equipos capaces de dividir muy bien sus líneas, mimar cada vino y mantener estándares altísimos. Recuerda, especialmente, la frase de un bodeguero que hacía millones de botellas: «En nuestra bodega hay 110 almas, que son los 110 empleados que trabajan aquí». Desde entonces, admite, que ya no mira a las bodegas grandes «con tanto retintín».

Pascual Drake nos dejó claro que en el vino nada es blanco o negro. Ni todos los grandes son “industriales” ni todos los pequeños son automáticamente mejores. Su propuesta, al final, es bastante sencilla: el vino como excusa para contar historias.

descorchify.com

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