En la foto: Francisco Lorenzo © Rafa Martín.
El director del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) tiene buenos motivos para brindar: nuevo récord de abonados esta temporada y ciclos, como el ya clásico Bach Vermut, que agotan la taquilla en tiempos de streaming y plataformas.
Para quien no le conozca, ¿cuándo le «vino» su vocación por la música? Desde muy pequeño tuve la suerte de vivir la música como algo natural y asistir a conciertos formó parte de mi juventud. Esas experiencias fueron decisivas. Podría decirse que la vocación me «vino» escuchando; antes que gestor fui, y sigo siendo, un gran aficionado de la música.
A pesar de los recortes, la inflación o la pandemia, el CNDM ha batido récord de entradas y abonados. ¿De qué cifra se siente más orgulloso? De la respuesta del público. La temporada 24/25 cerró con más de 121.000 espectadores, una ocupación media del 88% y un récord histórico de 5.292 abonos. Pero lo que nos emociona es que la tendencia siga creciendo: esta edición hemos vuelto a superar esa marca, alcanzando los 6.018 abonos.
¿Dan para tanto los 2 millones de presupuesto o hay que negociar los cachés con sacacorchos? Gestionar un presupuesto público exige rigor, ambición y sentido de la responsabilidad. Nuestro objetivo nunca ha sido hacer «más por más», sino garantizar la máxima calidad artística y la sostenibilidad del proyecto. Más que estirar el presupuesto, creemos en optimizarlo para que lo invertido se traduzca en un sector más sólido y sostenible.
Este curso sigue apostando por artistas españoles y la recuperación del patrimonio musical. ¿Hablamos de una programación con Denominación de Origen? Sin duda. El CNDM debe ofrecer al Auditorio Nacional una programación pública que sea escaparate de las mejores tendencias musicales y, al mismo tiempo, apoyar a los intérpretes españoles. Esa combinación nos hace singulares: ningún otro centro en Europa sostiene a su vez ambas responsabilidades.
Este año coinciden tres perfiles muy distintos en las residencias artísticas. ¿Qué busca con ese maridaje? Siempre buscamos que convivan distintas miradas. En esta temporada confluyen el compositor Georg Friedrich Haas, figura clave en la música contemporánea; Pierre-Laurent Aimard, pianista de referencia mundial; y Vespres d’Arnadí, quizá nuestra orquesta barroca más importante, que celebra dos décadas de vida. El diálogo entre tradición y vanguardia es fundamental.
Las 71 actividades pedagógicas son como un mensaje en una botella. ¿Qué dice esa carta dirigida al público futuro? Que la música es un patrimonio vivo y compartido. Más de 70 actividades educativas —casi todas gratuitas— acercan nuestra programación a jóvenes y adultos, potencian vocaciones y ayudan a profesionalizar el sector.
¿Y cómo afectará al CNDM la anunciada reforma del INAEM? El CNDM es una unidad singular dentro del INAEM: programamos más de 200 actividades en más de 60 espacios en diversas ciudades; lo cual exige una enorme capacidad de coordinación, flexibilidad y respuesta ante imprevistos. Confiamos en que esta reforma ayude a dotar de herramientas más eficaces a instituciones con modelos de trabajo complejos como el nuestro.
Una temporada en 251 citas musicales es una gran cata. El gusto del público ¿se acata o se ataca? ¿Se imagina a Rosalía en el ciclo Fronteras? Hay espacio para disfrutar de lo conocido y también para dejarse sorprender. Escuchamos mucho al público, pero nuestra labor también es abrir nuevas puertas. Y a Rosalía precisamente pensamos en traerla cuando todavía no era muy conocida. El CNDM lleva años programando a artistas de vanguardia, como Rodrigo Cuevas, que nos visitó en 2022.
El ciclo Bach Vermut sigue agotando la taquilla. ¿Por qué combinan tan bien la música para órgano con el aperitivo de los sábados? Bach Vermut convierte el órgano en una experiencia lúdica y cercana, uniendo excelencia artística y ambiente relajado: grandes organistas, jazz, aperitivos y precios populares. Es un plan de sábado festivo intergeneracional que se ha convertido en un éxito para el público madrileño.
¿Con qué brinda los éxitos? Con gratitud. Y con el equipo, los artistas y el público: los éxitos del CNDM siempre son compartidos.