Foto de cabecera © Elvira Megías
En un álbum tráiler el propio Ólafsson reconoce que grabar las Varaciones Goldberg es un sueño hecho realidad que le ha llevado 25 años poder interpretarla. Donde también reconoce que en estos últimos 10 años ha encontrado su voz y su personalidad pianística, y se ha dado cuenta de todo lo que puede tocar, interpretar y grabar.
Y es que el nivel exhibido el pasado martes en Madrid por Víkingur Ólafsson es de órdago. Está entre los mejores intérpretes, pianistas mundiales, sin ningún género de duda. Pero ya no sólo por su técnica, que también, sino por esa sensibilidad a flor de piel con la que se aproximó a una de las obras más exigentes y virtuosas para un pianista. Una obra que Bach elaboró para deleite del intérprete, y que supone un reto para el ejecutante.
Sobre una aria inicial, Bach elaboró 28 variaciones, que lleva una progresión trepidante entre tempos rápidos, más pausados, entre esos Canone all’unisono hasta el Canone alla nona, con Fughettas, Ouverturem Alla Breve y un Adagio hasta el final en un aria da capo.
Estos “Ejercicio[s] teclado, consistente[s] en un Aria con diversas variaciones, para el clave con dos manuales. Compuesto[s] para amantes [de la música], para solaz de su espíritu por Johann Sebastian Bach” circula sobre el concepto filosófico del “todo vuelve” y nos sumerge en una fantasía de paisajes, de florituras de compases. Con momentos de absoluta captación de la belleza, de la perfección y de la revelación del pulso vital, que enriquecen todo el conjunto. Son esas transiciones, que ilustran de alguna manera lugares y evoluciones vitales, y la contemplación/experimentación como sustrato.
La obra de Bach es una lección de la historia de la música de un compositor en estado de gracia. Ólafsson nos transporta, nos conmueve, nos emociona, nos traslada a la genialidad. Exhibiendo toda su grandeza como pianista, pero encarnando al Bach compositor y expandiendo la maestría de la obra. Al finalizar puso al Auditorio en pie, y no fue para menos semejante reconocimiento. Ólafsson no hizo ningún encore porque dijo que era incapaz después de semejante obra, y es bien comprensible. Fue un concierto mágico y sublime. No pierdan de vista a Ólafsson, y vayan a verle: es una experiencia musical total.