Foto de cabecera © Pablo Martín
‘Allbarone’, el noveno álbum del británico Baxter Dury ahonda en una fórmula muy focalizada en la música de baile y retro funk que funciona con su fraseo y sus letras descarnadas, que analizan con humor mordaz el signo de los tiempos. Lo explica muy bien Laia Marsal en su crítica del álbum para Rockdelux. En el mismo medio David Saavedra radiografía muy bien al músico en su entrevista con él.
En cuanto a la puesta en directo de Baxter Dury consiguió epatarme. Me gusta mucho su fraseo, esa voz semi quebrada de cincuentón maduro de vuelta de todo, con letras ácidas, con retranca. Y una visión crítica del mundo que nos rodea. Música que no deja indiferente. Dury viene acompañado en sus directos de un trío eficiente, una teclista que dispara las melodías, un bajista/guitarrista y un batería que crean la base, el lugar del que todo se sostiene. Sale con ganas y disciplina escénica, poses, movimientos, que funcionan, provocan. Y el público se viene arriba muy pronto desde el arranque con ‘Alpha Dog’, que tiene el poder de los bajos que retumban. Dury ataviado con americana y camisa. Y lanza versos como dardos. ‘Hapsburg’ entra en una electrónica minimalista y narcótica, con unas bases y unas capas que nos envuelven en un trance íntimo. ‘I’m not your Dog’ parece una canción de renacer, de no ceder ante los pulsos, y musicalmente brota con cadencia, como ritmos chicle que estiran tus zapatillas del suelo, con melodías que seducen en la decadencia de los tiempos.
El repertorio se centra en ‘Allbarone’ pero con apuntes de ‘I Thought I Was Better tha You’ (2023), ‘The Night Chancers’ (2020), ‘It’s Pleasure’ (2014) pero sobre todo de Prince of Tears’ (2017). Y se intuye su cadencia más clásica en los predecesores, el golpe funk, pero el gusto por los arreglos. Nos tropezamos con el ritmo roto de ‘Mockingjay’, y ese fraseo funk, al igual que sucede en la sugerente ‘Miami’ o en ‘Aylesbury Boy’. En esa búsqueda de funk electrónico, con buenos envoltorios melódicos está también ‘Return of the Sharp Heads’ o ‘Kubla Khan’ aderezada con percusiones e iteraciones magnéticas. El público se menea, levanta las manos, se nota que la energía crece y el sudor brota. Si la vida es puta, te la bailas, parece ser el mensaje que nos lanza Baxter Dury.
Con ‘Palm Trees’ nos mece en un lugar de ensueño, con un halo musical fabuloso. Yo me querría quedar sentado en Palm Trees, joder. De sus inicios recuperó ‘Cocaine Man’ que es un tema como narrado, con un bajo incisivo, marca de la casa, ¿los coros del estribillo parecen más colgados y adictivos que la sustancia de la que habla? La americana duró puesta pocas canciones, pronto el ambiente ya se había caldeado. Dury acude a sus posturitas, quizás en exceso, lo que hace que la originalidad del inicio se desvanezca, pero a mí no me importa, hay algo de descaro, aunque sea algo impostado, que no rechina, que aporta sustancia y salseo.
En la recta final la But ya se puso patas arriba. ‘Allbarone’ es un júbilo. Dury no se cansa de jalear, de jugar con ciertas poses. También sube el desmelene con ‘Schadenfreude’ que parece electroclash sofisticado, y la But parece una pista de baile improvisada. Ese habría sido un final del copón, pero no. En los bises nos deleita con ‘MrW4’ que tiene una melodía tierna y decadente. ‘Prince of Tears’ nos devuelve de una hostia a la realidad, entre su medio tiempo, los coros deliciosos, y su melodía grandiosa, hay que agarrarse a algo antes de decir adiós. Luego nos celebramos levemente en ‘Celebrate Me’. Y ya nos despatarramos con la guinda, ‘Baxter (These are my friends)’, ese pedazo single que publicó junto a Fred Again. Al final recuerdas que Baxter Dury te ha hecho pasar un buen rato, no va a cambiar tu vida, ni la historia de la música, pero qué puto gusto ese meneo que te ha proporcionado. Que la vida jode ya lo sabemos, y no siempre hay antídoto posible. Siempre se puede reír, bailar y hasta reírte de tu sombra.