En la foto: Alfa Mist y Carlangas.
El vino es el protagonista absoluto de estos bares que, arquetípicamente, giran en torno a una barra con bocados sencillos, pocas bebidas alternativas y un servicio relajado. Pero sean más o menos canónicos, ofrecen una selección cuidada, personal especializado y una atmósfera sociable y hedonista. ¿Qué papel juega la música en algunos de los mejores bares de vino de Madrid?
Tonos cálidos | La Fisna
Este destino vinícola y su artífice, Delia Baeza, no pueden vivir sin música. «Muchos sitios la abandonan, pero este es un lugar acogedor, donde encontrarse, compartir y dejarse llevar». La atmósfera musical es cálida («ni cursi, ni fofa; con gancho») y el volumen, prudente, para conversar; pero ama el bullicio de barra, gente, charla y risas. La música cambia según equipo y contexto, con «una línea editorial sin reggaeton ni cante jondo, por ejemplo», donde caben desde el pop étnico de Σtella, big bands como The Budos y el soul-funk de Jungle, hasta vibras electrónicas. Una selección de gusto fino.
Bullicio acogedor | La Capa
La música es fundamental en esta casa de comidas. Arturo Romera, copropietario, quiere un sonido propio, sin jazz genérico de ascensor. Suenan Leño, C.Tangana y Carlangas, insignias de Carabanchel. Y mientras el mediodía es tenue y relajado, con [Bob] Dylan, Neil Young o [Georges] Brassens; la noche es movida —según el día y el ánimo del equipo y la sala— entre rock, hiphop o R’n’B’. En algún servicio agitado, los Village People y Britney Spears les han salvado el pellejo poniendo a todo el mundo a cantar en coro. Para Arturo, el bullicio es refugio, con «esa intimidad que dan los decibelios».
Bar de barra | De Vinos
Aquí no hay música. Estamos en una Zona de Protección Acústica Especial pero su dueña, Yolanda Morán alias Miss Chardonnay, es DJ. Siempre ha pinchado en las Fiestas del 2 de Mayo: indie, bases electrónicas —Hot Chip, Chvrches, Lykke Li— y dance noventero como The rhythm of the night o Free from desire… pero su local es para conversar. «No quiero perder la barra bajo ningún concepto», asegura. «Este es un lugar de confluencia donde llegar sin reserva, tomar algo y socializar». Y como viernes y sábados cierra a las 02:30, muchos profesionales de la hostelería se acercan después de trabajar. Una barra de vinos modélica.
Mejor que en casa | Ganz
La música es, para Fernando Gundín, parte importante de Ganz, como la decoración, la oferta o la relación con el público. «Todos participamos, pero Edu Arnal —el chef— se involucra más porque llega primero». En días alegres y soleados suena rap, algo brasileño o R’n’B; y en los fríos y grises, jazz clásico. El soul de Stevie Wonder y Marvin Gaye es lo más escuchado, con estilos urbanos —rap francés, trip-hop, reggae de Natiruts— y ambientales como Jazz is for ordinary people. El ruido le recuerda a servir cubatas y cafés, y prefiere un espacio tranquilo, y acogedor «como el salón de tu casa, pero mejor».
Sonido curado | Bocanada
Amanda Leite, propietaria, estudió piano. La música fue su mayor gasto antes de la gastronomía, y es vital en su minilocal superinsonorizado: «fue la única obra que hice», comenta. «Es un canal energético» y lo quiere profesionalizado: «los chefs cocinan, yo sirvo vino, y los DJ montan listas de reproducción». La tarde empieza suave con Sade o Kendrick Lamar, hacia remezclas de Everything but the Girl o Mariah Carey, hasta noches de sintetizador con Boytronic y Colm III. Un modelo único que se expande a Sala El Sol y Ateneo de Madrid con Bocanada Eventos, mezclando vino, chefs, DJ y fiesta.
Música e iluminación | La Caníbal
Pablo González es baterista y dirige el bar de vinos más dinámico de Madrid. Para él, «la música, como la luz, define tiempos, espacios», servicio y experiencia. Debe acompañar sin ruido, interrupciones o «listas de repetición que te vuelven loco» —risas—. El sonido no tiene identidad fija: el desayuno es pop, latino, ¿Carlos Vives?; el almuerzo, bossa y jazz tranquilo de Caetano [Veloso] o [Chet] Baker; la merienda, indie o rock; y la cena, más loca, entre Alpha Mist y Björk. «En findes e invierno hay más curro, y ponemos algo más intenso y motivador». Marcando el ritmo para trabajar mejor.