Víctor Guadiana (Sevilla, 1983) se define a sí mismo como un “ciudadano del mundo en la música”, su estilo está atravesado por la experimentación de géneros y una búsqueda de reconocimiento a través del “trabajo, el esfuerzo y el talento”. Para él lo artístico y espiritual, y la intención de despertar sentimientos y sensaciones guían su trabajo y las cuerdas de su guitarra eléctrica y su violín. Hoy nos destapa un poco más de la partitura de su vida, que podrá disfrutarse el 25 de octubre en los Teatros del Canal, en el marco de Suma Flamenca.
Foto © Alberto G. Puras
¿Qué escuchabas cuando eras pequeño?
Tengo una madre melómana y nos despertó auditivamente desde que éramos muy pequeños. En especial, ella era amante de la música clásica barroca y del jazz, así es que con tres o cuatro años ya le pedí un violín que me acabaron comprando en mi séptimo cumpleaños.
Vas a estar en la próxima edición de Suma Flamenca, pero tu estilo es muy variado…
Con los tiempos en los que estamos, no me gusta encasillarme, sobre todo porque esto suele responder a intereses comerciales más que artísticos. La fusión y mestizaje es lo que puede generar el avance de la música y abrir su espectro más allá de los cánones establecidos.
Así es que más que flamenco…
Considero que hago música. Con el violín partí en la música barroca. Con dieciséis años cogí una guitarra eléctrica para hacer rock, funk, blues. Con veinte entré en la escuela creativa y pillé el jazz, de repente apareció el flamenco y ya venía de hacer música oriental, balcánica…
Veo que tienes los oídos muy abierto
Mi música refleja los matices de lo que he vivido, sumado a lo que entiendo que es la música que es la expresión pura de un artista y una persona.
¿Y cómo encaja esta visión tan amplia, por ejemplo, dentro de Suma Flamenca?
Me llamó Antonio Benamargo porque, dentro del cartel más tradicional, quería algo que se saliera del tiesto y aportara algo diferente. Además, en mis últimos doce años de carrera me he dedicado casi por completo al mundo del flamenco colaborando con compañías y artistas muy diversos.
Es tu forma personal de aportar también a este género.
Tengo muchísimo respeto a la música flamenca, es uno de los campos musicales más cultos y ricos a todos los niveles, y he conseguido encontrar mi hueco musicalmente y sin muchas trabas, porque el mundo de la danza donde más me he movido, también lo ha permitido.
¿Cómo describirías hoy tu día a día en términos sonoros?
La banda sonora de mi vida, en la ciudad, son obras. En términos más musicales los tres pilares siempre han sido la música barroca; el hard rock de los 70 y los 80, todos esos grupos de los pelos cardados; y, por supuesto, el flamenco, con la Paquera de Jerez que literalmente “me arranca la piel”, o Vicente Amigo, que es un guitarrista que me hace mucho pensar y que salió con un timbre y sonido muy diferente.
¿Cómo te gusta consumir música? No tienes pinta de que te dejes llevar por el algoritmo…
Soy coleccionista de vinilos, tengo además un equipo JVC de los años 70, con un sistema cuadrafónico de los 70, con altavoces de un metro de alto de madera de roble con cuatro vías… Suena que es una maravilla.
¿Qué es la música para ti?
Es mi razón de ser, mi pasión, mi hobby, mi trabajo y mi día a día. Todo lo que me ha sucedido relevante en la vida tiene que ver con la música: mi mujer, mis amigos… y mi hijo es un enamorado del saxo de John Coltrane.
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