Fue director de El Mundo de abril de 2015 a mayo de 2016. Destituido por no ceder ante las presiones editoriales y ante un ERE que despidió a 224 empleados. Publicó el libro de memorias, El Director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo (Libros del KO, 2019). Ahora revisa el guión de la película, tiene algún proyecto documental, realiza el podcast Conversaciones con David Jiménez, colabora en La Noche en 24 horas, con el diario alemán Bild y colaboró como columnista de opinión para The New York Times.
“Cuando llegó internet los medios extranjeros vieron con claridad que el futuro no iba a ser rapidez, cantidad y clicks. Sino que tenían que apostar por la calidad. De hecho el The New York Times tiene el mayor número de corresponsales de los que ha tenido en su historia, y más periodistas en la redacción que nunca. En España se apostó por menos periodismo, recortes, despidos y darlo todo gratis esperando que grandes audiencias de internet pudieran sufragarlo todo, y eso no ha pasado”, retrata Jiménez.
“Estás convencido que con tu periodismo, y jugándotela en aquellos lares, vas a tener un impacto y vas a mejorar las cosas. Esa ilusión es necesaria para seguir haciendo tu trabajo.
El cinismo es la muerte del periodista. El momento en el que ya no te importa la gente de la que escribes, es imposible que puedas trasladar su historia a gente que no la está viviendo.
Es muy difícil ser reportero de guerra y no sentir una gran desilusión hacia la naturaleza humana. Tienes que encontrar espacios y personajes que te hagan seguir creyendo. Quién se va a ir a jugarse la vida si no cree al menos, en el último recóndito lugar de su alma, que eso que está haciendo va a servir para mejorar las cosas, porque no hay fama ni dinero en estas coberturas, casi nunca”.
Lobo estepario
“El reportero ha estado siempre muy abandonado. Estar constantemente viendo el lado más oscuro de la condición humana, deja heridas¸ hay compañeros que acaban mal. Es también un oficio muy solitario, aunque se crean amistades. Los que se dedican a ello tienen algo de lobo estepario. Eso hace que muchas veces el trauma se lleve dentro y no se comparta.
El libro transmite un cierto optimismo en cuánto a qué al final en los lugares más oscuros hay rendijas por las que entra la luz. Los reporteros tienen que ser en parte los encargados de abrir esas rendijas, y dejar que entre algo de luz”.
El Director
“Era una prueba de amor hacia un periódico, criticando a aquellos que habían prostituido el espíritu originario del proyecto y lo estaban llevando al desastre. A mí me importaba el futuro del periódico y quise denunciar a aquellos que lo habían puesto contra las cuerdas, y que amenazaban sobre todo lo más importante, que era su independencia. El Mundo era un periódico que no estaba sometido a una ideología concreta o a un partido concreto, tenía sus defectos por supuesto. Hubo una estrategia para acabar con ello. Me puse por delante, y eso me costó el puesto. Pero me parece que el sacrificio merecía la pena”.
Polarización
“Los propios periodistas buscamos al que escandaliza, al que hace ruido, al que sabemos que nos va a dar un gran titular. En cambio se ve poca conversación pausada, calmada, análisis con datos. Creo que los medios han contribuido a echar gasolina a las dos Españas”.
Periodismo del siglo XXI
“La clave es poner el interés del ciudadano por encima de cualquier otro. Si lo hacemos, recuperaremos la confianza de la gente. Nos financiarán. Y estaremos mucho más cerca de la verdad que si estamos condicionados por intereses de otro tipo (políticos, mediáticos, económicos). Al final eso es el periodismo independiente, hacerlo para la gente”.