Su primera película, La puerta de al lado, habla sobre un actor que antes de ir a una prueba de casting pasa por el bar de siempre a revisar el texto de la prueba. Allí está Bruno, un vecino suyo al que no conoce, pero que le ha seguido la pista de cerca, como le irá exponiendo en su conversación.
Con este trabajo, escrito a la par junto a Daniel Kehlmann, Brühl hace una catarsis de su profesión. Su protagonista se llama Dani pero como él mismo asegura, «Aunque tenga que ver tanto conmigo, ni siquiera es una versión mía. Es un tío pedante, un poco estúpido, pero aquí se ve como un ser humano, y eso es lo que me interesaba: quería cierta empatía para mostrar todas esas capas», comenta.
El protagonista es actor, pero Brühl de lo que quería hablar realmente era de otro punto que le lleva afectando tiempo: el de la gentrificación, algo que considera más personal. Vive en Berlín desde hace más de veinte años y a su alrededor ve a gente que se siente engañada por el sistema y por los cambios brutales que ha habido en su vida. «Siempre busco el diálogo con los vecinos del Este porque me siento como un privilegiado debido a que el mundo me puso en el Oeste», dice.
Al personaje de Bruno (Peter Kurth) la vida no le ha resultado fácil. «Está bien que los dos se nivelen. Al fin y al cabo es importante que hablen«. Lo que ha buscado es un carácter de concordia, «no sé si se nota«, manifiesta, «aunque también veía interesante que un desconocido te abra los ojos».