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Javier Ocaña: transferir la pasión por el cine

POR María Aller

16/12/2021

El crítico de cine Javier Ocaña presenta De Blancanieves a Kurosawa, un libro que enseña cómo ver cine en familia (que no familiar). Foto © Nines Mínguez

Una guía accesible, una toma de contacto, una ventana al descubrimiento, un manual de referencia o incluso una herramienta para el profesorado. Y sobre todo, una placentera y muy recomendable lectura para cualquier amante del séptimo arte. Todo eso es el nuevo libro de Javier Ocaña, De Blancanieves a Kurosawa. La aventura de ver cine con los hijos. Una cosa es el uso que le dé el lector, otra la intención del crítico de cine. Él ha escrito el libro que quería “y ojalá tenga varias lecturas”, afirma. En él ha volcado lo que ha hecho con sus hijos desde que estos tenían dos ó tres años. Ocaña ha ido mostrando a su descendencia películas muy variadas. Con un cierto rigor, pero sin restricciones y con la mente abierta. Olvídense los lectores del concepto que se entiende como “cine familiar“. En este manual hay anécdotas de títulos como Cría cuervos, Centauros del desierto o Le ballon rouge. Pero no todo tiene que ser excelencia. “Los niños tienen que acostumbrarse a ver malas películas”, asevera, “sobre todo para saber comparar cuando llegue una buena. Además tienen que ver lo que les apetezca en cada momento”.

¿Cómo saber entonces si se está haciendo bien eso de inculcar cine? “Se está haciendo bien cuando les ves disfrutar viendo una película“, dice. Nunca hay que forzar la situación, pero tampoco hay que limitarse. “En el libro hablo de un truco que les hacía de pequeños: dejarles escoger entre una selección previa mía. Tú das varias opciones y ellos serán felices eligiendo, siempre funciona bien. Cuando tiene entre cuatro y ocho años tienen un inocencia especial y son una esponja, no ponen tantas pegas a determinadas cosas como entre los diez y los catorce. Creo que es la mejor etapa para acostumbrarse al blanco y negro, o a cintas de otras culturas. Un niño de cuatro ó cinco años no te pregunta por qué es en blanco y negro porque todavía no tiene un concepto muy claro de que todo es en color. Se trata de hacerles natural lo que es más antinatural a día de hoy“.

¿Qué pasa con la sobreprotección ante ciertos contenidos? En el libro hay varios ejemplos de su propia casa: su hijo ha visto películas de indios y vaqueros desde muy pronta edad. “Al principio ellos no se plantean que haya racismo o xenofobia. Eso ya llegará. Primero las ven como cintas de aventuras, de buenos y malos, luego ya se verá que los buenos no son tan buenos y los malos tan malos”, declara. Ese es el debate y el concepto del libro: ir subiendo escalones poco a poco en dificultad.

Hay más de cien películas citadas y la mayoría se pueden encontrar con facilidad. Y es que las formas de consumir cine han cambiado. “Estamos en un momento en el que tenemos una oferta enorme para ver películas que están a nuestro alcance”, explica. ¿Y las salas de cine? Tengo sentimientos contradictorios. Me encantaría que siguieran funcionando. El cine en salas tiene un sabor especial”, declara Ocaña, aunque no se considera un fundamentalista de la causa, abraza la convivencia entre plataformas y cines. “Aunque la pandemia no ha ayudado, las salas seguirán”.

Una lectura de esta índole siempre va acompañada de nostalgia, la cual “es peligrosa”, asegura Ocaña. “No soy de los que dicen ‘Ya no se hacen películas como las de antes’: se hacen películas distintas de las de antes y tan buenas o mejores. Ahora mismo hay mucho cine de autor, cine social de todas las culturas, pero creo que vienen pocas películas de calidad con estrellas. El cine no es solo valores o emociones. Es también glamur y carisma”, apunta “¿Cuántas películas americanas con glamur, en el sentido de la elegancia, se estrenan ahora? Una cada dos meses. Hay mucho cine infantil y juvenil, pero películas para mayores de veinticinco años, con temas que toquen la fibra e interpretadas con carisma que gusta ver en pantalla, muy pocas, no como en los años noventa. ¿Dónde están ahora esas estrellas? En las series. Todas esas actrices y actores con carisma están haciendo ahora televisión. La traba es que una película dura dos horas y una serie dura diez. Yo prefiero el formato dos horas”.

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