¿Quién es Precariada? Es una especie de alter ego que surgió en un momento de mi vida en el que todo iba mal y yo necesitaba un poco de risa y quejarme de cosas. Nació como un hobby, pero poco a poco empezó a coger personalidad y ahora va sola. Es un ente aparte que vive dentro de mí y hace bro-mas de vez en cuando.
Nunca has querido hacer pública tu identidad o tu cara. Precariada es a ti lo que Batman a Bruce Wayne, ¿por qué? ¡Me encanta esa comparación! Estar en la sombra me hace mucha gracia y me da más libertad creativa: tengo la seguridad de que nadie por la calle va a abordarme por algo que haya puesto en una viñeta. Además, me divierte que a la gente le pique la curiosidad por saber quién se esconde detrás.
Buscas hablar de lo precaria que, en general, es la vida de los jóvenes, pero ¿hay algún tema por el que te decantes? No, siempre he hablado un poco de todo, porque la precariedad nos afecta en cualquier ámbito: el laboral, el sentimental, el mental… Me gusta hablar de esos temas porque, tristemente, todos nos sentimos identificados con ellos. Quiero que quien vea las viñetas piense “Joder, yo también he pasado por eso”; las mierdas compartidas son menos mierdas. Intento que la gente se vea representada. Si alguien ha tenido un día horrible y una de mis ilustraciones le saca una sonrisa, yo me doy por satisfecha.
Y la comedia, ¿cuándo llega a tu vida? Pues me acuerdo de un libro de estos para niños que tenía chistes malísimos, de los típicos de “Juanito y Jorgito”. A mí me hacían muchísima gracia, aunque ahora los veo y bueno… El humor evoluciona, al igual que lo hace tu estilo. Ahora me gusta mucho el humor absurdo y el humor negro, aunque lo cierto es que consumo de todo tipo. La comedia es como una playlist: en la misma caben AC/DC y Britney Spears.
¿En qué formatos la consumes? Pues en un poco todos: me encanta ir a monólogos, escuchar podcasts cómicos, leer libros que estén escritos en clave de humor… Al final es lo que da vidilla, sobre todo después de un día de trabajo. Ponerte algo que te haga reír es lo que hace que quieras seguir viva. Imagínate lo que serían solo dramones. ¡Por favor, socorro!
Reír es liberador y hacerlo en momentos de adversidad, casi curativo. ¿Se puede (y se de-be) hacer comedia con todo? Generalmente sí, se debe, pero también hay veces en las que te pueden meter en la cárcel… Ese es, para mí, el único límite que hay. Pero creo que buscar el lado gracioso a todo es lo que hace que las situaciones difíciles sean más sencillas de llevar.
En una entrevista comentabas que para ti el humor es un poco como el clítoris… ¡Es que es verdad! El clítoris no sirve para nada, pero sirve para todo. Si no estuviera, imagínate qué aburrimiento vivir, la vida se haría bola. Con el humor ocurre exactamente lo mismo: te da esos ratitos que, oye, te hacen el día más ameno.
Ya hace dos años que lanzaste el proyecto, ¿te sigues reconociendo en esa persona que necesitaba quejarse y reírse de todo o a veces tienes que “forzar” un poco el personaje? No, para nada. Sigo fiel a lo que empezó: quejarme de todo y hacer lo que me gusta a nivel creativo. No me siento para nada forzada. Hay gente que se preocupa porque tiene que publicar cada día, yo no. De hecho, hay semanas en las que no subo nada, solo lo hago cuando considero que una viñeta es buena… Al menos para mí. Me parece un poco absurdo publicar por publicar, y creo que se aleja del propósito del artista de ser libre y hacer arte sin límites. precariada.com