Hablamos con Álvaro Garrido, el Félix Rodríguez de la Fuente riojano de las abejas sobre su mimos y su importancia en la biodiversidad.
¿Sabías que las abejas son imprescindibles para la biodiversidad, y que corren el peligro de desaparecer de nuestros ecosistemas si no se toman medidas urgentes?
Álvaro Garrido se dedica a estos insectos en cuerpo y alma. Es maestro apicultor. Las cuida, estudia y divulga en torno a ellas. Ha creado el Centro de interpretación de la apicultura de Campomiel y un santuario, todo en La Rioja, de donde es oriundo. Además, elabora productos ecológicos únicos en Europa. Sostenibilidad en forma de mieles e hidromieles gourmet que son mucho más que un delicioso regalo para el paladar.
¿Cómo entra al universo de las abejas?
Soy apicultor de tercera generación. Llevo casi 30 años trabajando en esto, y desde 1997 decidí enfocarlo de otra manera, darle otro tipo importancia a las abejas y dedicarme a la producción ecológica.
Practica apicultura trashumante, ¿por qué?
Es como llevar a las abejas a invernar a Benidorm: desde hace 25 años, cuando aquí en septiembre las abejas empiezan a pasar frío y tienen que mantener 36 grados dentro de la colmena, las cargo en camiones y las llevo a la costa, al sol. Allí empiezan a recoger polen, a criar, y a entrar en otras floraciones.
¿Cuál es el resultado?
Sacamos proyectos únicos: este año vamos a sacar la miel de aloe vera, que logramos en la provincia de Murcia. Estamos trabajando una miel del desierto en producción ecológica de albaida y aloe vera, una floración que comienza en junio. En 2014 nos premiaron una miel de roble, y en 2016 sacamos miel de limón y de almendro amargo, por ejemplo.
Ha montado también un santuario de abejas
Sí. Estoy convencido de que hay que proteger a las abejas, que se están muriendo. Hemos decidido parar un poco y ver qué les está pasando, cuidándolas como se hacía hace 100 años. Volver a los orígenes y trabajarlas como antes: en troncos de los árboles, en cestos de mimbre y paja, o en sarmiento, barro y moñiga de vaca. A partir de ahí, hemos habilitado un indicador que nos manda la señal instantánea al móvil y vamos viendo su evolución en función de los días y las temperaturas, humedad, peso y sonido. Todo esto lo hemos certificado en producción biodinámica.
¿En qué consiste esa miel biodinámica?
Está claro que las lunas y las mareas repercuten de múltiples formas en agricultura y ganadería. Manipulamos las colmenas en función de los días que nos marca la luna. Pretendemos ser, más que nada, sus cuidadores. Y lo hacemos todo con certificación ecológica también.
Es usted también el bodeguero del hidromiel
Decidimos vincular hidromiel con gastronomía y así salió nuestro hidromiel, con un método artesano de fermentación y posterior maduración en barrica de robles seleccionados. Es una bebida más antigua que el vino y que la cerveza, pero nosotros buscamos evolucionarla hacia un producto gourmet, orientado a maridajes. Elaboramos dos tipos, a base de mieles del mediterráneo y de montaña, y la joya de la corona: un hidromiel con nueces que ganó un premio internacional en 2020.
¿Qué importancia tienen las abejas para la biodiversidad?
Son fundamentales. Si desaparecen, se rompería todo el ecosistema, la polinización de los frutos, e iríamos a una decadencia global. Además, y por ponerlo en términos económicos, la abeja por cada euro que recoge en el monte de miel, deja 100€ en beneficios de su polinización. Francia las está cuidando mucho, y Alemania está implementando colmenas en los tejados de las casas precisamente para preservar esta biodiversidad. Son ejemplos en los que fijarnos desde aquí…
¿Qué amenazas se ciernen sobre ellas?
La avispa asiática, que las está destruyendo mucho; las subidas de temperatura por el cambio climático; y el cambio en los cultivos. Son circunstancias que están ocasionando una tasa de mortalidad del 30% o 40% anual. Además, en el campo se usan productos que esquilman a las abejas, que aquí todavía no están prohibidos pero en muchos países sí. Si seguimos así, en 15 años desaparecerán. Hay que tener en cuenta que son súper sensibles, tienen 10 veces más desarrollado el olfato que un perro, y cualquier tema de pesticidas les afecta muchísimo. Por ejemplo están ocasionando enfermedades como Alzheimer que las impide volver a las colmenas… Hace falta concienciación: los últimos estudios subrayan que el 75% de los suelos ya están contaminados.
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