Cuando el flamenco abraza el jazz
Era la primera vez que veía al trompetista (y fiscornista) Enriquito (nombre artístico del puertollanense Enrique Rodríguez), y menudo septeto de jugones. Consiguieron el aplauso total y que todo el público se levantara de pie para ovacionarle al final de un concierto de hora y medio donde el flamenco presidió una fusión, una amalgama perfecta junto al jazz. Venía a presentar su último trabajo discográfico ‘Fuentes y Manantiales’ lanzado a finales de septiembre de este año.
Para romper el hielo salió a dúo, junto al guitarrista Paco Soto, para empezar con “A Camarón”, un taranto publicado en su primer disco (‘Me quito el sombrero’ 2012 allí en versión trompeta y piano), el cante flamenco minero, un homenaje a su tierra, pueblo minero. Le siguió “Tangos de Morente” un sentido homenaje al maestro granadino. Una manera de entregarse y de hacer una declaración de principios. Porque Enriquito aseguró que su propuesta es más flamenco que jazz. Después llamó al resto de su banda. La música quería salir flamenca para subir y explorar por todos los rincones, como un torrente de vibraciones, sensaciones y encuentros musicales.

Enriquito agradeció a JazzMadrid la oportunidad, la invitación. Le resultaba un honor estar tocando aquí, pero recordó a la organización que deberían tener más en cuenta al talento local, porque esta edición la han salvado las bandas locales. Ya saben ese viejo dicho de “nadie es profeta en su tierra” o esa tendencia a mirar mejor lo que viene de fuera. La realidad es nuestro panorama actual es fértil y riquísimo. No me cabe la menor duda. El plantel de este año es de primer nivel, con clásicos, vanguardia, nuevos talentos, fusiones varias. Un buen balance del magnífico estado de salud del género por nuestros lares.
“Luna de Madrid” me entusiasmó por esa melodía tan ensoñadora, llena de quiebros y preciosista, que capta esa tierra de encuentro y acogida que es Madrid. También recuperó “Eres como la Candela” de su primer disco ‘Me quito el sombrero’ (2013), o “La Verbena” de ‘Contrarreloj’ (2017). Dos canciones que atesoran toda la riqueza y la fiesta española. Y luego se introduce por la fusión con el rock, la improvisación, en los magmas de “Little Rhada” que tiene mucho de Jorge Pardo y de su universo, alguien con quien ha colaborado Enriquito.

Juan Sebastián Vázquez es un portento a los teclados, responsable según comentó Enriquito de algunas piezas y aires (como en “Luna de Madrid). Y el resto de la banda que le acompañaba era ‘canela en rama’: David Bao (cajón y batería), Juan Carlos Aracil (flauta travesera) y Josemi Garzón (contrabajo) demostraron ser magníficos instrumentistas, aportando matices y entidad al conjunto. En un principio estaba previsto que se sumara a la banda José Manuel Ruiz Motos ‘Bandolero’, pero causó baja por motivos de salud.
La hora y media del septeto de Enriquito se me pasó volando. Fue una combinación mágica de intensidad, calidad, respeto, raíces y talento. Disfruté de mi segundo concierto tras el ‘desconfinamiento’, el primero en un lugar cerrado que ponía de manifiesto el cuidado de la organización: que la cultura es segura. La magia se apoderó del Fernán Gómez. Con una seña de identidad de sonidos muy nuestros, que debería hacer sentirnos orgullosos. Porque música cómo ésta pone de manifiesto cuál es nuestra marca España.