Cruce de caminos entre tres estados, Basilea es un destino ideal para contemplar cómo se integran armoniosamente historia y tradición, con un urbanismo de vanguardia. Te propongo un recorrido para una escapada a una de las ciudades más hermosas y acogedoras de Suiza.
Posee un clima moderado, con temperaturas casi más propias del sur. ¡El verano pasado incluso se alcanzaron 38 grados! Pero no te preocupes, el inmenso río Rin te ayudará a refrescarte. Cosmopolita y abierta está situada en la frontera entre tres estados: Suiza, Alemania y Francia y ofrece las facilidades de una gran ciudad y el encanto y cercanía de una pequeña localidad. Ronda los 200.000 habitantes, lo que se traduce en que no sueles encontrar grandes aglomeraciones, aunque también tiene su bullicio y vitalidad, especialmente gracias a su población universitaria. Hay, además, algunas fechas a lo largo del año en las que puntualmente hay una mayor afluencia de visitantes: durante su carnaval (Fasnacht), en Navidades, y en la semana en que se celebra Art Basel, la feria de arte contemporáneo más importante del mundo.
Esta era mi segundo viaje a la ciudad. El primero fue en 2013, para visitar a una sobrina que estudiaba canto en su prestigiosa escuela de música antigua.
Nada más dejar la maleta en el confortable y moderno hotel Nomad, diseñado por el estudio local Buchner Bründler (me dejó fascinado poder acceder a agua con gas de sus grifos de las zonas comunes), aproveché la soleada tarde para dejarme llevar por las callejuelas medievales próximas a la puerta de St. Alban. Su muralla fortificada te traslada a comienzos del siglo XIV (de igual forma que sucede frente a la puerta de Spalentor o la torre de St. Johann, erigida poco después del gran terremoto de 1356).
El olor a musgo fresco que impregnaba el ambiente todavía permanece en mi mente. Me sorprendió que apenas me crucé con dos o tres personas en mi delicioso recorrido. Y es que, a pesar de que a los habitantes de Basilea les encanta salir a la calle en cuanto asoma el sol nunca tienes sensación de agobio, ya sea paseando o visitando uno de sus cuarenta museos (uno por Km2).
En este barrio se encuentra el encantador Museo del Papel y, muy cerca de este, otro pequeño museo curioso, que expone obras en papel: el del Cómic.
Seguimos en el lado sur del río, el que vio nacer la ciudad en torno al terreno donde se asienta la Catedral. Merece la pena subirse a sus torres por su escalera no apta para agorafóbicos pero es más sencillo asomarse a la terraza Pfalz, tras aquella. Su panorama es igualmente espectacular. De un colorido rojizo más intenso que el de esta es la fachada del Ayuntamiento (Rathaus), sede del gobierno de Basilea y del Parlamento. Desde aquí puedes aprovechar para recorrer el barrio de Spalenberg es donde hallarás tabernas, restaurantes y tiendecitas modernas y tradicionales. Una de las más conocidas es la de adornos navideños de Johann Wanner. Pasear por la estrecha calle Heuberg es dar un salto en el tiempo al gótico tardío.
Por estas calles discurre el Carnaval de Basilea, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Su origen se remonta al siglo XIV. Durante tres días toda la ciudad cae en un hechizo que se inicia a las cuatro de la madrugada del primer lunes tras el miércoles de ceniza. Se apagan todas las luces y los integrantes de las cofradías, disfrazados con trajes y máscaras hechas a mano, dan lo mejor de sí mismos paseando sus laternen (faroles con figuras y esculturas iluminadas por dentro con mensajes de todo tipo). A las diferentes cofradías le acompañan bandas de música cuyo instrumento principal es el pífano, un flautín agudo. Para rematar el paseo: un pan blanco típico de esas fechas, el fastenwähe o un dulce fasnachtschüechli. Si vas en las semanas previas ya no te sorprenderá porqué los escaparates de los comercios y locales exponen sus vistosas máscaras. O porqué todo el mundo lleva su propia placa en la chaqueta, tematizada cada año, y que se venden para recaudar fondos para organizarlo.
Además de caminar por la ciudad, puedes emplear su eficiente transporte público, gratuito para los turistas (incluido del aeropuerto de Basilea al centro). En tu hotel te entregan una tarjeta que, además, otorga un descuento del 50% en museos y otras actividades y oferta de ocio y cultura, además de dar acceso a puntos wifi (en 26 localizaciones) y permitir usar las bicicletas eléctricas públicas por 20 francos suizos al día)(1 Ä ≃1,07 Fr). Y es que en bici es como se mueve gran parte de la población. Muchas grandes empresas ya no tienen aparcamientos precisamente para fomentar esta costumbre.
Para atravesar el inmenso caudal del Rin puedes hacerlo a través de sus tres puentes. El más célebre es el Mittlere Brücke (el de “en medio”), o navegando pausadamente en uno de sus pintorescos ferris.
Para los aficionados al arte la oferta es más que amplia. Es obligatoria la visita al maravilloso Kunstmuseum Basel, que posee la más antigua colección pública de arte del mundo.
Puedo decir que no he realizado una visita más cómoda a un museo en mi vida. Es un placer contemplar casi en solitario obras de Munch, De Chirico, Degas… Conviene explicar que se suman aquí dos características de Basilea: la histórica generosidad de sus empresarios como mecenas, y el amor de sus habitantes por el arte y la cultura en general.
Buenos ejemplos son Christoph Merian, Ernest Beyeler (quien puso los cimientos de la celebérrima Art Basel y su homónima Fundación, imprescindible de visitar) o las empresas que tienen sede en la ciudad (Roche pagó más de la mitad de la nueva sede de este museo). Por su parte, Peter Staechelin, magnate de los seguros que, entre otras, poseía dos pinturas de Picasso, las donó a condición de que, en caso de urgencia económica, le fuesen restituidas para venderlas. Esta llegó en 1967 con forma de tragedia aérea. Y al querer vender las obras, la ciudad organizó un referéndum y los ciudadanos donaron el dinero restante necesario para evitarlo. Picasso, conmovido, le regaló a la ciudad varias obras más.
Otro elemento que define a Basilea es su arquitectura, que, de manera armoniosa, integra construcciones históricas con lo más rompedor. Una firma que sobrevuela por encima de las demás: Herzog & de Meuron. Oriundos de Basilea, montaron su oficina en 1975. Porque los autores del proyecto de la Tate Modern, el estadio olímpico de Beijing o Caixaforum Madrid son, en sí mismos, un icono de la ciudad. Suyo es el proyecto que da forma al nuevo horizonte de Basilea: la Torre Roche. También el City Lounge ferial, St. Jakob Park (estadio de fútbol del equipo local) o el impresionante plan director que se está llevando a cabo en la zona franca, en el barrio de Dreispitz. Ellos mismos firman el edificio Helsinki Dreispitz y el singular Schaulager, un depósito para albergar obras de arte en óptimas condiciones y que también organiza puntualmente exposiciones.
Los más expertos peregrinarán al Centro de señalización ferroviaria de Basilea, un pequeño símbolo de la arquitectura del siglo pasado.
En el otro extremo de la ciudad, otra farmacéutica puntera también está construyendo un megaproyecto, el Campus Novartis, con edificios diseñados por estudios de prestigio (Frank O. Gehry, Diener & Diener, Sanaa…).
Y al otro lado de la frontera, en Alemania, otro de los lugares emblemáticos y absolutamente imprescindible de visitar es Vitra Campus, el complejo creado por la firma suiza de diseño que integra, entre otros, VitraHaus (probablemente la tienda más bonita del mundo; también de H & dM) o el Vitra Museum (Frank Gehry).
Es una ciudad universitaria (aquí se fundó la primera universidad de Suiza en 1460), y jóvenes de todo el mundo pueblan las zonas de marcha de la ciudad. La ribera del Rin es un núcleo fundamental del tiempo de ocio en Basilea. Es muy habitual, con la llegada del buen tiempo, organizar barbacoas; tanto junto al río como en parques. Hay parrillas públicas, pero es habitual que cada grupo lleve una portátil.Con el calor es habitual refrescarse en los centenares de fuentes que posee la ciudad o bañarse en el Rin (la zona para poder hacerlo está señalizada y hay duchas y aseos a lo largo del río). Es habitual portar la conocida como wickelfisch (bolsa pez), impermeable y flotante, en la que puedes llevar tu ropa y pertenencias. Se consiguen (a partir de 20 Fr; la talla infantil) en los Puntos de Información Turística. Tras el baño, lo normal es ir tomar algo en los puestos (buvetten) de la ribera. También puedes escuchar música en directo. El festival Im Fluss organiza conciertos gratuitos junto al rio (1 al 18 de septiembre).
Si prefieres la noche para ir de bares y restaurantes la zona más apropiada puede ser Kleinbasel (la pequeña Basilea), en la ribera norte. En ella, en la calle Rheingasse se encuentra el hotel Krafft, en donde se alojaba Herman Hesse cuando comenzó a escribir su Lobo estepario en los años veinte. Pero si buscas algo más tranquilo y tradicional puedes ir al centro y cenar en el restaurante Kunsthalle y después tomar algo en la terraza del Bar Campari, coctelería de corte clásico, mientras contemplas a lo lejos la divertida y fascinante Fuente del Carnaval, de Jean Tinguely. Para terminar el día, te puedes acercar a escuchar a una banda de jazz en The Bird’s Eye. O si buscas un sitio cool puedes dirigirte al barrio de Gundeldingen e ir a cenar a ciegas en el restaurante Blindekuh y después tomar un trago en Werk 8. Por mi parte tuve el privilegio de ser invitado a comer en el precioso Volkhaus Basel, local de 1925 remodelado por (¿imaginas quién?) Herzog & de Meuron.
Aproveché después para subir a lo alto del edificio Messeturm, en cuya última planta el Bar Rouge (105 m; acceso gratuito; abre a las 17:00 h) te ofrece elevadísimas vistas. Y más tarde recorrí los infinitos puestos de comida de todos los rincones del planeta del Markthalle, junto a la estación central, ¡pensando en regresar pronto para poder probarlos todos!
Más información: En la página oficial de Turismo de Suiza: myswitzerland.com y en la de Turismo de Basilea: basel.com
Suiza es uno de los países del mundo más exigentes en lo que se refiere a higiene y sanidad. Con motivo de la actual crisis sanitaria que estamos viviendo han preparado medidas especiales para proteger a las personas que viajan por el país, ya sea en hostelería, transporte público, espacios de bienestar y wellness, remontes de montaña, eventos, etc. Se pueden consultar en cleanandsafe.ch
Completa este artículo con la ruta ilustrada que hemos creado en revistaelduende.com que nos lleva por algunos de los lugares más emblemáticos de Basilea. Haz clic aquí para conocerla.
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