Ann, la protagonista del manga de Miki Yamamoto, Sunny Sunny Ann! (Astiberri), es una mujer que vive libre, radical y felizmente desarraigada. La obra fue seleccionada en el pasado Festival de Angulema, lo que ha abierto las puertas al mundo a esta autora y profesora universitaria que experimenta con el lenguaje y los formatos de la ilustración y el cómic.
Traducción del artículo Hajime Kishi
La protagonista del libro, Ann, lleva una vida poco convencional. Vive en su coche, practica sexo por dinero, y su código moral le permite cometer delitos sin sentimiento de culpa. ¿Cómo surge este personaje liberado de convenciones y normas?
Ser autora de manga implica en cierto sentido alejarse de las convenciones e imposiciones sociales. En Japón, lo que se considera “normal” es entrar a trabajar en una empresa. Cuando comenté que quería ser autora de manga mis padres se opusieron. Por supuesto, tu propio entorno o las relaciones familiares se convierten en fuentes argumentales. Además, quería replantear algunos estereotipos como las expectativas que se tienen hacia la mujer japonesa, que “debe ser un apoyo al hombre”, la desigualdad en el reparto de las tareas del hogar o que la mujer debe mostrarse sonriente y agradable. Así que para crear una historia en donde una mujer es ella sola, sin más, como un ser humano cualquiera que puede entablar un diálogo con el resto del mundo, necesitaba crear la figura de una forajida. Otra cosa importante que quiero destacar, porque otras veces me han comentado que la protagonista “no tiene un sentimiento de culpa”, es que ella es agredida por dos hombres que llevan un bate de béisbol y después abusan sexualmente de ella. Ann elige la mejor de las opciones para huir, ya que no sabe si vivirá para tomar otras medidas que sean aceptables ante la ley. No quiero que se ignore que primero ha habido una agresión y un delito perpetrado por dos hombres. ¿Acaso es posible pensar que una puede hacer frente de forma pacífica a dos hombres armados con un bate? En Japón, si no hay “agresión” y “amenaza” no se considera delito, es decir, que las mujeres están obligadas a resistirse ante una agresión como esta. No puedo aceptar que se califique la idea de sufrir esta violencia como “cometer un delito grave sin sentimiento de culpa”.
¿Cuál es la motivación de Ann para vivir en su coche? ¿Rechaza la idea de familia y hogar o es la búsqueda de la libertad de los espacios abiertos?
No es que la protagonista niegue la idea de una familia, pero Ann no le da tanta importancia. No cree que sea algo que todo el mundo deba tener. Acepta los riesgos y elige vivir una vida independiente. Además, comprar una casa es inalcanzable para muchas personas y ese espacio cuadrangular lo que hace es atar a las personas a esa tierra. Sucede lo mismo con las normativas inmobiliarias y lo mismo se puede decir de las relaciones familiares. El mero hecho de tener una relación de sangre y parentesco, no implica que una persona se lleve bien con su familia, y hay veces que tus propios familiares no son de fiar. No se hace referencia a la vida pasada de Ann en la obra, pero ella tiene dudas en cuanto a la idea de familia. Un coche, al contrario, permite libertad de movimientos y no se ciñe a un solo lugar. Aunque no tengas fuerzas, basta con echar gasolina al vehículo para que una mujer o un anciano pueda ir por sus propios medios a un lugar alejado. Ann se encuentra con diferentes personas en los lugares a los que se desplaza, disfrutando a su manera conversando con el mundo.
¿Cuál es su ideal de casa?
Si respondo con unas características ideales, quizá yo misma caiga en una contradicción. No creo que tener una familia sea especialmente una situación natural. Tiene que haber otras posibilidades: vivir sin una familia o volver de nuevo a estar solo después de haber tenido una familia… Si a alguien le gusta estar solo, está bien. O si una persona quiere convivir con otra, cada una de ellas debe tener su sentido de la independencia y la responsabilidad repartida equitativamente. Creo que la forma de vida flexible que tiene Ann y su manera de dejarse llevar libremente es otra posibilidad.
¿Podría hacernos una comparación de la idea de casa en Occidente y Japón?
Lamentablemente nunca he viajado a los Estados Unidos, y en Europa solo he estado en Reino Unido y en Italia. Sobre la idea de familia en Occidente solo tengo referencias de las películas que he visto. Así que no puedo comparar. Pero respecto a Japón si puedo decir que no estoy de acuerdo con la legislación japonesa que te impide mantener tu propio apellido tras el matrimonio. El 90% de las mujeres japonesas que contraen matrimonio utilizan el apellido de su marido. Tal y como he descrito en mi obra, la mujer debe tener su propia existencia e independencia para enfrentarse al mundo. Esto es un problema. Yo he crecido en una familia en la que se priorizaba al hombre, había una desigualdad en la educación, a ellos se les educaba en universidades de prestigio mientras que a las mujeres se las enviaba a estudiar a universidades de provincias. Este aspecto de la desigualdad de género es algo que aparece un poco en la nueva obra en la que estoy trabajando. Creo que, como hemos visto en el resto del mundo con el movimiento #metoo, cada país tiene sus propios problemas de género.
En España pensamos en las autoras de manga como artistas dedicadas a la producción de sus obras, entregadas a sus seguidores, que viven entre la mesa de dibujo y las convenciones de manga. Sin embargo…
En estos momentos estoy a cargo de la asignatura de manga e ilustración editorial en la Escuela de Arte y Diseño de la Universidad de Tsukuba. Mis tres primeras obras se publicaron entre 2011 y 2014, creadas en mis años como estudiante. Y desde 2016 continúo mi trabajo como autora, pero ahora desde mi puesto como profesora universitaria. En Japón cada mes se publican de media más de 1000 novedades. Hay autores que publican varios títulos al año, pero también hay otros como yo, que publican un sólo manga a lo largo de varios años. Los mangakas más famosos se dedican en exclusiva a realizar y publicar sus obras, pero son relativamente pocos. No es normal que personas con un trabajo a tiempo completo, como yo, se dediquen a dibujar manga pero también hay muchas personas trabajando como profesores, en escuelas especializadas o centros culturales, que lo compaginan con la ilustración, el manga publicitario o educativo. En mi caso el volumen de ventas no es lo principal. Aún así, en certámenes de gran importancia como el Japan Media Arts Festival también son premiados autores de estilo alternativo como Toranosuke Shimada. Y son obras muy valoradas, que tienen una gran aceptación de los lectores y de los críticos.
¿Cuáles son sus principales influencias?
Hay muchos autores que me gustan en el cómic extranjero. Pero en Japón se traducen muy pocos. Así que, aún disfrutando del dibujo, es difícil comprender el argumento de la obra. Esto me llevó a los cómics mudos y los libros de ilustración. Por eso mi especialidad en la universidad son los “wordless picturebooks”, un género en el que he conocido obras maravillosas y aprendido diferentes técnicas narrativas sin palabras. Autoras como la ilustradora belga Gabrielle Vincent, el británico Raymond Briggs, el australiano Shaun Tan o el estadounidense David Wiesner. El italiano Alessandro Sanna, la surcoreana Suzy Lee y, entre los ilustradores de habla hispana Ajubel y Fernando Krahn que realizan obras sensacionales. Entre los autores españoles también me sorprendió gratamente Arnal Ballester y me gusta Adolfo Serra y sus libros de Caperucita Roja. Lo conocí en persona cuando vino a Japón. En japonés solo podemos leer cómics de Paco Roca, Blacksad o el trabajo de Ken Niimura, de ascendencia española. Es una pena no poder leer otras obras o a las autoras españolas. Mis influencias japonesas vienen de los argumentos del manga para chicas adolescentes. Al final de Sunny Sunny Ann! cito un texto que aparece en Lost House de Yumiko Oshima. legendaria autora de shojo. Lost House retrata como vive una persona “sin techo”. La larga tradición del shojo trata temas muy variados, y también los problemas sociales de las japonesas. Yuki Kodama también publicó alguna obra sobre mujeres sin hogar.
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