Hubo un tiempo en que en el tocadiscos de casa pasaban muchas cosas. Conectabas con tus hallazgos y tus compras musicales, descubrías con tus amigos lo que se llevaba, llorabas tus flechazos no correspondidos, festejabas amoríos: compartías alegrías y bailabas tristezas. El salón o tu habitación eran lugares donde se fraguaban los grandes escuchas o donde sucedían guateques o las fiestas. La música pasaba allí donde estaba el tocadiscos (o el radiocasete). Esos tiempos nunca murieron. Los equipos de alta fidelidad siguen ahí, dándonos alegrías. Aunque los formatos cambien. Algunos como el vinilo, resisten y se reinventan. Su gran fiesta, el Record Store Day, está previsto que se celebre, en principio, el 20 de junio.
Alta Fidelidad
Recuerdo la película de Stephen Frears protagonizada por John Cusak, basada en la novela de Nick Hornby de mismo título. El protagonista trabajaba en una tienda de discos y toda su vida giraba en torno a su colección de discos (los ordenaba según sus fracasos amorosos, según las compilaciones que hizo a sus novias, pinchaba en un club…). Todo eso suena muy démodé, muy siglo XX. Pero no, la música es el motor para mucha gente que prefiere dejarse sus ahorros en un buen equipo que en un coche, unas vacaciones paradisiacas o en un restaurante con estrella Michelin.
Javier Ochoa, uno de los tres socios junto a Javier Reig y Carlos García de la tienda de alta fidelidad Clave Audio (C/ Padilla, 60, Madrid) que lleva abierta desde el año 2000 (antes estuvieron en la calle Caracas, en Chamberí, desde 1992), nos recomienda comprar platos por encima de 250 euros, “porque más baratos son de plástico, tienen un brazo endeble y parecen de fabricación de juguete”. Recomienda marcas como Planar, Rega, Pro-Ject, Dual, EAT o Elipson. Comenta que uno de los platos que más venden es el el Pro-Ject debut, que cuesta 500 euros. Estamos hablando ya de una gama media. Porque hay quien se gasta más de 4.000 euros en un tocadiscos, y 10.000 euros en un equipo.
“Lo que sí que no sirve de nada son esos platos vintage, tipo maleta, rollo pickup, que cuestan a partir de 50 o 100 euros, y que más bien destroza los discos. La mayoría de la gente empieza por eso y luego se da cuenta que suenan mal o que le destroza los discos y va a otra cosa. En un plato busco un buen ampli, una buena pantalla. No soy nada audiófilo. El Stanton que tengo aquí en la tienda para que los clientes escuchen discos, valdría 800 euros, y ahora de segunda mano puedes tenerlo por 300-400 euros”, asegura Fernando Velasco, dueño desde 2010 de la tienda de discos y libros Bajo el Volcán.
“Ahora hay un mercado de segunda mano muy bueno. Por poco dinero y asesorándote puedes comprar un plato, un amplificador y dos bafles”, señala el músico, DJ y locutor radiofónico Jesús Bombín.
“Mi principal formato es el vinilo porque en Madrid hay montones de bares, que no son multitudinarios porque entran entre 30 y 100 personas. Son bares donde la gente va a ver al DJ, donde prima la música. Y algunos prefieren el vinilo. No quita que escuche música en otros formatos. Pero si puedo elegir, yo prefiero ir en vinilo”, comenta Sebas Muñoz, DJ Hulk, además de diseñador gráfico y gestor de redes sociales.
La discoteca
“Llevo comprando desde muy joven y soy gustoso de todos los formatos: conservo mis casetes, tengo muchísimos cedés, y vinilos. Mi colección está muy viva. Porque muchos discos los he comprado, los he cambiado, lo he dejado, los he perdido, me los han robado, los he robado…”, comenta Bombín. “Para mí el formato importa porque suena diferente. Pero todo formato es válido. Incluso el digital. Consumo de todo. Prefiero el vinilo porque tiene un sonido con el que me identifico más. Tengo un buen equipo de alta fidelidad, que suena como yo quiero. No le hago ascos al cedé, ni a la pletina, ni a comprar en plataformas digitales. Pero me quedo con el vinilo porque es lo más cercano a lo que tiene que ser”, subraya.
Tiendas de discos con solera
Delia Records es definida por su dueño, Manuel Varo, como “Una locura insanamente buena. Si Elvis grabó en la trastienda de Sun Records, Delia Records es algo así, como la versión Siglo XXI de esa idea. Tienda de discos, sello discográfico, estudio de grabación, lugar para eventos, presentaciones, proyecciones, showcases… todo en uno”. Aunque personalmente está a favor que se pueda acceder a cualquier música fácilmente en formato digital opina que, con los discos, como objetos, hay una “poética implícita en la búsqueda y descubrimiento de cosas nuevas”. Eso nos hacía: “valorar lo que encontrábamos. Quizás hoy, esa magia se puede haber perdido un poco”.
“Los discos ahora mismo es lo que más vendemos y lo que más trabajo da. Puede ser un tercio de la venta. Y no es lo que más beneficios da. La gente que nos compra vinilos es la que siempre ha comprado vinilos. No hay un auge tan exagerado. La mayoría de los compradores es gente de 30-35 años para arriba. Los compradores de fuera de España sí que son más jóvenes. Cada vez hay más reediciones, gente que quiere editar en vinilo porque tiene tirón. Hemos cuidado la escena local desde el principio, teniendo discos autoeditados y sellos muy pequeñitos. Sí que hay cierta moda, pero nosotros vendemos discos más porque nos gusta, que por el negocio en sí. Nos gusta tener variedad de géneros, porque nos gusta en general la música. Desde jazz hasta electrónica, folk, psicodelia, de todo”, nos comentan María y José, de la tienda La Integral.
“Se ha revalorizado el vinilo porque tiene el punto del objeto, ver la portada del disco, leer los créditos o las letras del disco: hay un arte detrás”, afirma Velasco.
Construir tu arca
“Johnny Marr en una charla universitaria habla de “construir tu propia arca y hacer lo que te gusta” más allá de lo que te digan, o de las modas. Porque todas las modas están destinadas a caducar, a pasar de moda. El vinilo es un formato que sigue ahí. Hay coleccionistas, gente que lo compra puntualmente y gente que lo utiliza como elemento decorativo. Y luego hay un fin económico detrás, te vendan el catálogo de la banda que ya compraste. Hace años eran las ediciones de vinilos de 18 gramos, ahora son las que tienen el máster a mitad de velocidad que se supone que tienen mejor sonido e inventarán otra cosa. Para uso hogareño es un buen formato o para lugares pequeños con cercanía con el público”.
“El mensaje básico es el amor a la música y el tiempo que le dedicas a la música. Lo terapéutica que es. Y la compañía que te hace. En mi caso es como una especie de reloj interno. Me acuerdo cuando compré cada disco que tengo. Están ordenados por orden de compra, si los compré juntos, cuándo y dónde los compré. Te lo digo como alguien que escucha música a diario. En mi caso es lo que ordena el curso de las demás cosas”, remarca DJ Hulk.