Pronto empezó a extenderse el rumor de que el nuevo director pensaba abrir de par en par las ventanas del histórico coliseo para que el aire fresco pudiera llevarse el olor a vetusto que mantenía alejados de aquel espacio a los nuevos creadores y espectadores. Un aroma que seguía embriagando, no obstante, a ese otro público más veterano que, fiel a los gustos y a las formas escénicas del pasado, ocupaba su localidad con una idea exacta e inamovible de cómo quería que se representase cada uno de los títulos que se estrenaban. La guerra entre “tradición” y “renovación”, pues, parecía servida. Y, ciertamente, algún escarceo ha habido por parte de los más intransigentes (afortunadamente los menos) para hacerla estallar desde entonces. Pero andan ya muy lejos de conseguirlo. Perseverante en sus objetivos, Bianco ha logrado remansar las aguas hasta tal punto que hoy ya casi todos parecen entender, y muchos aún defender, sus líneas de actuación. Tanto es así que los abonos se han duplicado en los cuatro años que el argentino lleva al frente de la Zarzuela. Satisfecho con los resultados, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM) ha decidido recientemente por eso ampliar su contrato hasta 2023.
Parece que la Zarzuela se ha convertido definitivamente en su casa. Sí; siempre que trabajo en un teatro, considero que es mi casa; y me gusta crear un ambiente familiar en ella. En este momento, desde luego, mi sitio, mi espacio y mi casa están en el Teatro de la Zarzuela. Fíjate en que los ingleses llaman ópera house a sus teatros de ópera. A mí me gusta ese nombre.
Supongo que también querrá que sea la casa de todos los espectadores. Sin duda. En primer lugar, porque esto es un teatro público; por tanto, es un teatro de todos y para todos. Mi trabajo es hacer una temporada plural, y no una temporada con lo que a mí particularmente me gusta. Tengo que abrir los ojos y los oídos para saber qué es lo que la gente quiere. Este es un teatro que históricamente siempre ha estado muy conectado con la ciudad, y hoy esa ciudad es muy diversa. Por eso, hay espectáculos para el público que viene siendo fiel a este género desde hace mucho tiempo y otros para la gente que está descubriendo ahora la zarzuela, o que aún tiene que descubrirla. En cualquier caso, creo que hay que mirar al género desde el siglo XXI, que es en el que estamos hoy; porque la zarzuela ha sido siempre un género pegado a la calle y a la actualidad.