Para Daniel Silvo, artista y comisario que gestiona este programa, apoyado por las Ayudas a los Espacios Independientes que concede el Ayuntamiento de Madrid, este surge con la intención de estrechar lazos entre creadores africanos y los diversos agentes del arte en Madrid y, especialmente, para apoyar a los artistas y su proceso creativo. “El desconocimiento que tiene la población española de lo que sucede en África es desolador”, comenta. Dentro del mundo del arte “poco a poco nos estamos dando cuenta de lo enriquecedor que puede ser para nuestro contexto el prestar atención a lo que hacen sus artistas”. Y pone ejemplos entre el jurado que ha seleccionado a los candidatos: “Marta Moriarty lleva años trabajando con artistas africanos, lo que le ha llevado a abrir un espacio con su mismo nombre (Doctor Fourquet, 39) dedicado a presentar la obra de artistas de ese continente. Por su parte, Gloria Oyarzábal tiene un vínculo muy personal y profesional con África, especializándose como artista y comisaria. Emilio Pi y Helena Fernandino han comenzado a reunir piezas de arte africano, tanto contemporáneo como clásico, desde hace unos tres o cuatro años, y la colección de arte africano clásico de Marga Sánchez es también una de las mejores de nuestro país”.
Además, existen en nuestra ciudad algunos grupos de trabajo: “Conciencia Afro, en Matadero, reflexiona y establece vínculos entre los ciudadanos madrileños procedentes de la diáspora africana”, y espacios como “el Museo Africano que se esfuerza por divulgar la cultura africana en nuestro país, no solo organizando exposiciones sino también a través de la revista Mundo Negro, de contenido social y político”. Según él son casos aislados, pero podría seguir enumerando a individuos o colectivos que ponen su foco en África.
Una de las artistas residentes es Keli Safia Maksud (Kenia, 1985). En sus obras combina materiales y disciplinas para reflexionar sobre la construcción de las diversas identidades que coexisten en África. Su práctica artística se centra en cuestiones políticas de identidad a través de la combinación de disciplinas y materiales, como el collage o las telas estampadas. Estas últimas se perciben como una expresión de autenticidad africana, pero fueron inspiradas en el diseño indonesio y producidos en masa por los holandeses, que las vendieron a las colonias en África occidental. Según la artista, “como productos del colonialismo, las telas con estampado africano revelan muchas contradicciones. Es esta la que da forma a muchas identidades contemporáneas en África”. Personalmente se identifica con esta mezcla. Nació en Kenia de padres tanzanos de fe musulmana y cristiana. Y se ha formado en escuelas británicas y canadienses: “no puedo negar lo que Franz Fanon llama, ‘la presencia europea’ como un elemento constitutivo de mi identidad”, señala.
A través de su investigación sobre estos tejidos, comenzó un nuevo proyecto, que se centra en las mujeres y el papel que desempeñaron durante las luchas por la independencia en el continente a partir de la década de 1950 y que disipa el relato de los nacionalismos africanos que solo privilegian a los héroes masculinos. Durante su residencia en España, ha experimentado con diferentes materiales que pueden aludir a este borrado. “En un trabajo producido aquí, he inscrito los nombres en jabón de algunas de las mujeres que participaron en las luchas por la independencia. El jabón es una sustancia que limpia y borra, por lo que sus nombres no durarán para siempre. También he trabajado sobre la idea de la unidad cosiendo fragmentos de diferentes himnos nacionales africanos en papel. Los resultados son unos delicados dibujos que hablan del frágil estado de los países africanos, que se unen en la superficie pero que podrían desmoronarse fácilmente”.
Junto a ella, el tribunal ha seleccionado a tres candidatos entre los 90 que se han presentado a esta primera convocatoria: Phumulani Ntuli (Johanesburgo, Sudáfrica 1986), Yola Balanga (Luanda, Angola 1994) e Hilaire Kuyangiko Balu (Kinshasa, República Democrática del Congo 1992). Cada residencia tiene una duración de dos meses, y durante su estancia, se realiza un open studio o una presentación pública de su trabajo. Tras finalizar las residencias, cada artista expondrá una de sus obras en La Nave Sánchez-Ubiría (Valentín Beato, 11, bajo b) en noviembre como parte de una exposición colectiva que incluirá, además, piezas de la colección de Marga Sánchez y algunas otras de la colección Pi Fernandino.