Con una trayectoria profesional tan prolífica, ¿se podría decir que no tienes prejuicios? Uno siempre busca material que le interese por algún motivo. Muchas veces no tienes oportunidad de escoger y puede ser un salto en tu carrera o es económicamente gratificante, son muchos los factores. En cuánto a los géneros, desde luego que no hay ningún tipo de prejuicio ya sea televisión, cine o teatro.
Cuando te entrevistamos por primera vez, en 2003, nos decías que tu gran sueño era interpretar a Hamlet. Y no solo lo interpretaste, sino que dirigiste la obra en el María Guerrero. Aún te quedarán otros personajes que quieras interpretar. Pues sí, muchos. De mi “Top 5” que yo tenía de adolescente estaban Hamlet, Tom de El zoo de cristal o el Tréplev de La Gaviota. He ido teniendo querencia hacia otro tipo de narrativas. Lo que más me apetece son obras que estén más apegadas a la contemporaneidad, a una realidad inmediata sobre la que tengo necesidad de escribir. Eso fue lo que me pasó con Un trozo invisible de este mundo o la última pieza que he escrito, Una noche sin luna, que además voy a interpretar. La dirige Sergio-Peris Mencheta y estrenaremos el año que viene.
En otra entrevista, en 2011 le preguntamos qué le aportaba el cine frente al teatro. Su respuesta no ha variado: “Como actor el teatro te aporta el inmenso placer del directo con el público, todo esta en tu mano y lo tienes que resolver”, pero añade lo que le interesa de interpretar un papel en el cine: “Te da el placer de los pequeños matices, subrayar una mirada con algo pequeño. En teatro si algo sale mal, como se dice en Rosencrantz y Guildenstern han muerto: “Lo haremos mejor la próxima vez”. Pero el cine es para toda la eternidad y eso también te motiva.
Las series viven un gran esplendor. En 2008 ese fenómeno no había explotado, y nos decías que no te llamaban para series. Ahora sí. De hecho, te podemos ver haciendo un pequeño papel en Instinto, la nueva serie de Movistar. Sí, mi personaje es el terapeuta del protagonista. Lo acompaña e intenta destrabar un trauma de infancia que va a desatascar la trama de thriller que va teniendo la serie. Era la segunda vez que trabajaba con Mario Casas y me permitían hacer una cosa divertida.
En cine, en Los europeos de Victor García León compartes película con Raúl Arévalo. Rafael Azcona, España en los 50, Ibiza y turistas europeas. Me pregunto si no hay reminiscencias del “Landismo”. La película arranca con esa voluntad, pero inmediatamente toma un giro distinto porque Azcona no podía ser de otra manera. Víctor García León tampoco. Les puede ese humor amargo y negro y esa mirada un poco oscura sobre la realidad. Ese muchacho que viene de Zaragoza (como es el personaje de Raúl Arévalo) de rezarle a la virgen del Pilar y que de repente ve a una sueca en bikini. Descubre que ahí fuera hay un mundo de libertad y permisividad que en España no existía.
También tienes pendiente de estreno Rocambola de Juanra Fernández. Es un thriller de suspense con Jan Cornet que sucede todo en una misma localización. La rodamos en cuatro semanas y es como una pieza de teatro muy bien armada, un trabajo de relojería que se apoya en la relación de tres personajes. Aunque no la he visto terminada y espero verla pronto.
¿Y no te animas tú a dirigir una película? Tengo un guión escrito que estoy intentando levantar desde hace 4 o 5 años. Si los astros me son favorables, el año que viene podemos sacar la financiación y estar dirigiendo. Como estas cosas hasta que no ocurren no existen pues tampoco quiero confirmar. Pero es algo que he pensado, que quiero y que tengo interés en hacer.
En 2008 también le preguntamos “¿qué dirías que huele a rosas y qué apesta de tu profesión?” Contestó que “a rosas, el trabajo”, y que apestaba “la arbitrariedad, por qué gusta lo que gusta, por qué no gustan cosas que son muy buenas”.
Ahora nos dice que “Huele a rosas la maravillosa capacidad que tenemos de contar historias que nos emocionen. De agarrar la realidad y convertirla en algo un poco más sublime que haga al espectador reflexionar. Apestan muchas cosas también. La competitividad, la necesidad de exponerse y la exhibición constante para atraer inversores. Recuerdo a David Meca cruzando el mar a nado con un traje con “chopocientas” marcas de patrocinadores. Y a veces viendo RRSS pienso: “Joder, parecemos David Meca buscando patrocinadores”.