Lo cierto es que no ha sido la moda en sí lo que ha cambiado, sino la industria que gira alrededor de ella y nuestros hábitos de consumo. Triunfa la diversidad, y cada vez hay menos diferencias entre clases sociales, e incluso entre géneros: “La industria de la moda ha pasado de ser ámbito exclusivo para una élite a democratizarse. La moda masculina está pasando por un momento mucho más revolucionario que el femenino, a la vez que estamos viendo cómo las fronteras de género empiezan a desdibujarse”, comenta el fotógrafo de moda Paco Peregrín. En estos 20 años nuestro país no ha sido ajeno al fenómeno de la globalización y España también ha vivido el boom del low cost: “La locura de la moda rápida ha cambiado los hábitos del consumidor, convirtiéndolo en un fashion victim, con menos capacidad de valorar o pagar por una prenda única, más ansioso e impaciente, con una actitud de consumir por consumir”.
También ha repercutido en los diseñadores y marcas, teniendo que inventar más propuestas, como las colecciones crucero, cápsula, pre-fall, o incluso propuestas de compra a pie de pasarela”, apunta la estilista Seila Grau. Pero el triunfo del low cost ha tenido también otras consecuencias: “Se busca la diferencia a través de lo personalizado y valores como el Made in Spain ahora tienen más potencia”, añade Eva Verdeal, creadora de la marca de bisutería Dime que me quieres. Nuestros diseñadores han tenido que reinventarse, pero parece que después de un periodo crítico la moda en España está viviendo un buen momento, como indica Natalia Bengoechea, directora de moda de la revista S Moda: “Nuestra pasarela llegó a tocar fondo con el comienzo de la crisis, hacia el 2008, pero desde hace año y medio con la aparición de Palomo Spain se ha despertado de nuevo interés, y hay una nueva generación de creadores españoles como Chromosome, María Ke Fisherman, Pepa Salazar, Dominnico, Outsiders Division o Leandro Cano, que vienen con una energía renovada y ganas de internacionalización. Vivimos un momento muy positivo, que creemos va a tener el suficiente impulso para que, de una vez por todas, comencemos a generar de verdad industria”. Un gran problema al que se enfrenta la moda es el de su sostenibilidad, porque es la segunda industria más contaminante del mundo, un tema que ha empezado a preocupar mucho y que hace cuestionar sus métodos de producción a las empresas textiles.
El cambio climático que causamos, además, está generando, que desaparezcan las estaciones tradicionales. Brenda Chávez, periodista y autora de Tu consumo puede cambiar el mundo, cree que la situación actual es insostenible: “La industria de la moda tiene que hacer frente a muchos retos: pagar salarios más dignos, reducir el número de residuos textiles que promueve su cultura de ‘usar y tirar’, mejorar sus fibras para que sean sostenibles y tengan menos impacto en el planeta, y atajar su brecha de género, es una industria que emplea a una mayoría de mujeres, pero las grandes decisiones las toman hombres”.
A lo largo de estos 20 años hemos visto también el crecimiento imparable de Inditex, presente en los cinco continentes que facturó el año pasado 25.336 millones de euros, de los que un 10% pertenecen a ventas por internet. Y es que el comercio online, y el triunfo de las redes sociales, han supuesto otra gran revolución, y no solo para las grandes marcas: “Gracias a internet hay un hueco para las marcas que hacemos las cosas de otro modo. Podemos ser libres creativamente y tener un diálogo muy directo con los compradores. Hace 20 años, nuestra ropa llegaba a las tiendas de forma casi anónima, pero ahora podemos ayudarnos con todas las plataformas que tenemos a nuestro alcance”, comenta Inés Aguilar, diseñadora de La Casita de Wendy.
Y si hablamos de internet no podemos olvidar la figura del influencer: “Creo que han contribuido en la inmediatez de la comunicación en moda. Y todo esto está llevando a un cambio de timings, desde la comunicación a la producción, venta de colecciones y las formas de presentarlas”, apunta Teresa Tarragó, directora del showroom de moda que lleva su mismo nombre. Ahora ya sabemos que en el siglo XXI la tecnología lo iba a revolucionar todo.