Cuatro años ha estado Nacho Vegas macerando su nuevo y ecléctico, Violética, un título que homenajea a Violeta Parra y sus esdrújulas. La chilena recuperó las raíces de la música de su país, y hacia la canción popular vuelve también la mirada este artista que asomó por primera vez en el indie de los 90, y poco a poco ha ido destilando un sonido más folk, y letras más políticas. Seguramente, el disco más ambicioso de su carrera.
Cuatro años ha estado Nacho Vegas macerando su nuevo y ecléctico, Violética, un título que homenajea a Violeta Parra y sus esdrújulas. La chilena recuperó las raíces de la música de su país, y hacia la canción popular vuelve también la mirada este artista que asomó por primera vez en el indie de los 90, y poco a poco ha ido destilando un sonido más folk, y letras más políticas. Seguramente el disco más ambicioso de su carrera.
¿Tiene este trabajo algo de síntesis de tu carrera?
El anterior que saqué fue más acotado temporalmente, hice todas las canciones en un plazo de dos años. Este me lo he tomado con más calma, y por eso, al final, me he encontrado con un repertorio más amplio y más heterogéneo que en otros álbumes. Concluye y recoge muchas cosas que me han interesado a lo largo de mi carrera y solo había abordado de manera puntual. Por ejemplo, conviven en estas canciones lo íntimo y lo político (que no creo que tengan por qué ir separados, muchas veces nos empeñamos en poner etiquetas demasiado restrictivas), e intento ser un cronista de la realidad en canciones, como ha hecho siempre la canción popular.
Suena bastante folk.
Creo que muchos compañeros y compañeras de mi generación hemos crecido con referentes muy contemporáneos, en muchos casos anglosajones, y últimamente nos hemos interesado por códigos de una tradición musical, que era de donde procedían todos esos sonidos. Este es un disco de rock, no de folk, pero cuando suene en directo, muchos de los temas tendrán un sonido popular aunque moderno, con una parte coral.
Esa parte de cronista social en canciones se refleja, por ejemplo, en Crímenes cantados, canción que dedicas a los muertos en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).
La hice porque estoy muy en contacto con la Plataforma CIE No de Valencia, y me propusieron colaborar con ellos para una campaña que querían hacer este año. Me pasaron mucho material: testimonios de familias, víctimas… La idea era hacer una canción que fuera algo parecido a una crónica periodística que los recogiera, algo que me interesa de la música popular, que cuenta historias que se ocultan en los canales oficiales.
¿Crees que las bandas españolas han perdido pudor para ponerse políticas, como ocurrió con las inglesas con la llegada de la Thatcher?
Sí creo que los músicos han reaccionado mucho últimamente. Con la persecución judicial de Valtònyc o Pablo Hasél se ha creado una iniciativa que ha unido a músicos del hip hop, lo cual me ha parecido muy bonito porque ese sector estaba muy atomizado. Y ya antes, creo que desde el 15M la mayoría de los compañeros y compañeras han tenido conciencia crítica, sus canciones hablan ya de lo que pasa. Aunque echo de menos más posicionamiento. Y es que parece que por apoyar a una formación política le vendes tu alma a ésta y nunca más la vas a criticar. Y no es así.
Te posicionaste a favor de Podemos, a quien muchos le dieron un cheque en blanco.
Yo creo que el modelo a seguir no es el apoyo que tuvo Zapatero con los de la ceja, sino que podemos hacer gestos favorables puntuales y al mismo tiempo ser críticos con aquellos a quienes apoyamos. Yo lo he hecho siempre que he apoyado a una formación política, prefiero ejercer de contrapoder. Para mí, la política tiene dos partes que se relacionan: uno es el poder institucional, y otro, el de la calle. El institucional ha predominado hasta ahora. Pero tengo confianza en el municipalismo, que apuesta por hablar con la gente y escucharla, y no hacer solo política en el despacho. Creo que la capacidad transformadora de la política de los ayuntamientos es mayor, y a mí, ahora, la política nacional no me está dando grandes esperanzas, pero sí la local. Por ejemplo, en Asturias, existe una realidad muy particular, muy diferente a la que se vive en Madrid, y a veces me da rabia que compañeros de militancia aquí no se den cuenta de lo que nos separa, de que tenemos problemas allí que no nos van a solucionar en otro lado. Necesitamos más autogobierno.
Hay canciones ubicadas en Asturias en el disco.
Hablan de la cuenca minera. Pasé un tiempo allí con amigos, quería ir a la zona rural para escribir y estar tranquilo, y encontré historias que no se cuentan, increíbles, intensas y oscuras. En Riosa conocimos a un chico muy majo que nos hizo de cicerone. Poco después de que dejáramos la casa, lo mataron. Y fue algo que no se investigó. Hablabas con la gente del pueblo y no le daban importancia, pensaban que estaría metido en algo de drogas. He compuesto una canción, Bajo el puente de L’Ará, que no habla de él, pero sí está inspirada en la tristeza de lo que no importa.
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