«Es más que un baile», nos comenta Lourdes Ibiricu, directora de la asociación MAD for Swing, que nació en 2012 para promocionar esta forma de diversión cultural. “Es un estilo de música, es una característica al interpretar esa música, es una notación musical, una forma de ser e, incluso, de relacionarse”. El que empieza se engancha, y la prueba es la existencia cada vez de más escuelas y la celebración a diario de clandestinos y bailes sociales.
ORIGEN Y VARIANTES. La palabra swing se refiere a la música, no al baile. “El Lindy Hop es el primero que viene a la cabeza cuando pensamos en bailar Swing”, nos explica Alba Mengual, directora de Big Mama, una de las escuelas de referencia en Madrid y que cuenta con cerca de 500 alumnos.
El Lindy Hop nació en los años 20 en el Harlem, como una expresión corporal sin reglas. Pronto, esta forma de bailar con pasos de Charleston y Claqué se extendió por todo el continente. Otro estilos hermanos son, por ejemplo, el Balboa, que debe su nombre a la isla donde se empezó a bailar (en California) y que se caracteriza por ser un baile, como nos cuenta Alba, “más estirado, elegante”. Se dice que sus pasos son más cortos y los cuerpos al bailar están más cercanos porque las pistas de baile estaban a rebosar. También el Blues, de movimientos sensuales y pasos lentos o los Jazz Steps, que, al contrario que los otros, no se baila en pareja.
REFERENTES. Con la II G.M. su magia cayó en el olvido. No será hasta los 80 cuando sea recuperado. “Yo creo que si no fuera por la película Hellzapoppin(1941), hoy no se bailaría el Lindy Hop”, explica Gaston. Cuando un grupo de suecos vio la vertiginosa escena de este filme en la que los Withey’s Lindy Hoppers se marcan un baile con piruetas imposibles, quedaron tan impresionados que se empecinaron en buscar a quien les enseñase a bailar de la misma forma. La búsqueda culmina en un hombre, Frankie Manning (que bailaba en aquella película, fallecido en 2009). Será él junto a otros old timers, pioneros de este baile, quien enseñaría a este grupo de suecos, que infectaría a toda Europa. Otro icono, Norma Miller, también miembro de los Whitey’s Lindy Hoppers, relata en su biografía Swingin’ at the Savoy: A Memoir of a Jazz Dancer cómo fue su vida como estrella de este baile. O Jean Veloz, bailarina de Hollywood.
Un referente actual es la pareja de suecos Skye Humphries & Frida Segerdahl, que recientemente estuvieron dando cursos en Madrid dentro de otra de las escuelas de referencia, Swing Maniacs. Sorprendentemente, “Corea es el país donde más Lindy Hop se baila en el mundo”, relata Alba, y a España llegó en los noventa. “La edad media son 30 años”, explica, pero es un baile muy adaptable a todas las edades”.
Pero, ¿y qué necesito saber para bailar Swing? Su base son ritmos de 6 y 8 tiempos. Y hay que sentir ese “latido del cuerpo contra el suelo, el bounce”, añade Lourdes. “No son tanto los pasos, sino la forma de moverte en cuanto oyes la música lo que define el baile del Swing”. “Estamos obsesionados con la técnica, pero la música evoluciona. Los que aprendieron con los old timers dicen que no era así como se aprendía”. En sus orígenes no había escuelas, se aprendía yendo a las salas de baile e imitando a los demás.
“El swing out es el paso por excelencia”, comenta Alba, “que es cuando la followerse va hacia fuera”. ¿Follower? Sí, es un baile en pareja con dos roles, pero que nada tiene que ver con los de género. “Tú eres leader o follower y, de hecho, puedes cambiar en medio del baile de rol”, explica Lourdes: “el Swing fue, y es, una herramienta de transformación social”. Sí, social, explica Gastón, “es la práctica de venir a bailar con la gente”. Las escuelas y los propios aficionados organizan bailes sociales en los que mejorar lo aprendido o simplemente disfrutar.
PLAYLIST. “El Lindy Hop triunfó porque se hizo profesional. Empezaron los shows y los concursos”, explica Gaston (también de Big Mama). En esta Swing Fevermucho tuvieron que ver la música de Bing Crosby, las Andrews Sisters, Billie Holiday o Ella Fitzgerald, y temas como In The Mood de Glenn Miller o Count Basie y su Swingin’ The Blues. Aunque si hay un nombre que destaca es el de Benny Goodman que, en 1938 noqueó a los asistentes del concierto celebrado en el Carnegie Hall con sus ritmos. “Era como el pop de los años 30”, nos cuenta Alba.