Cualquier desván es susceptible de formar parte de una exposición. Bajo la lente adecuada los “trastos” se pueden convertir en arte. Eso lleva haciendo más de 30 años la artista Liliana Porter, la redentora oficial de los mercados de segunda mano, la “cara B” de los mercados.
Según el refrán, la basura de un hombre es la riqueza de otro. Los mercados de segunda mano beben de esta filosofía y para algunos artistas como Liliana Porter (Buenos Aires, 1941) son un vivero de ideas. Esta argentina afincada en Nueva York trabaja con velas, figurines, tazas y objetos varios que durante su día a día descansan en mercadillos. Pero ojo, no los busca. Como ella misma dice, los objetos son los que la encuentran.
Un Picasso… En 2012, Zachary Bodish, de Ohio, entró en una tienda por un mueble kitsch y salió con un póster vintage por 14 dólares. Resultó ser el cartel con el que el Picasso anunció en 1958 una exposición de sus cerámicas en Francia.
… y un Renoir. Ese mismo año, otra reliquia se vendía a precio de ganga. Una afortunada del Estado de Virginia compró en un juguete de un leñador, una vaca de plástico y un cuadro por menos de 50 dólares, 39 euros. Antes de tirar la pintura, ya que solo quería el marco, pidió una segunda opinión. Resultó ser un Renoir robado del Museo de Baltimore.
El fósil mejor conservado. No estaba en un museo ni en una universidad, sino en un mercadillo de China. Era la cola de un celosaurio, un dinosaurio carnívoro con plumas que recorrió la Tierra hace 99 millones de años.
La millonaria foto de Billy ‘El Niño’. Y junto al hombre que lo mató. La foto de uno de los más famosos criminales apareció en un mercadillo de Fresno, California. Una pareja la compró por dos dólares, cuando en una subasta llegó a venderse por 2,3 millones de dólares.
Una virgen del Renacimiento. Un coleccionista de arte donó de forma anónima un grabado de Alberto Durero al museo de Stuttgart. Encontró la obra de 500 años de antigüedad en un mercadillo francés de Sarrebourg y se percató de su valor por el emblema de la Staatsgalerie.
¿Cómo empezaste a crear con piezas de segunda mano?
Los pequeños objetos comenzaron a aparecer en mi obra en los años 80, aunque antes ya había usado clavos, hilos, ganchitos… Los figurines en sí aparecieron después y comenzaron a armarse en un elenco que sigo usando. Son de tamaño pequeño, juguetes, personajes haciendo tareas, músicos, próceres, objetos útiles con formatos curiosos, etc. Me atraen más aquellos de los de los años 40 o 50, me parecen mas poéticos, como si estuvieran ya cargados de historia.
¿Qué mercados de segunda mano frecuentas?
Principalmente mercados de pulgas o anticuarios en Nueva York, Buenos Aires o donde me encuentre. Ahora me traje del Rastro de Madrid unos relojes viejos magníficos con los que armaré alguna intervención. De allí también son unos barcos y varios objetos que utilicé en mi instalación del Hombre con el hacha y otras situaciones breves en la última Bienal de Venecia.
¿Tienes mercaderes que buscan para tus creaciones?
A veces los amigos me consiguen algo, pero prefiero encontrarlos yo misma. Es difícil explicar lo que quiero, pues creo que más que buscarlos los encuentro, como si estuvieran esperando a que los rescatara.
¿Qué te aporta trabajar con piezas ya vividas?
Mi obra hace preguntas, reflexiones. Me interesa cómo personajes del pasado quedan en la historia transformados en imágenes, o en objetos o en textos, y cómo en nuestra memoria se confunden con seres imaginarios. Creo que el hecho que las piezas sean de segunda mano les da un relato que llevan a cuestas y traen consigo.
¿Cuál es la obra que mejor te define?
Hay muchas. Aunque las primeras obras de los 60 y 70 visualmente son distintas a las de hoy las genera el mismo cuestionamiento del límite entre realidad y ficción, palabras y cosas. Se ve en la obra de los clavos impresos o dibujados en la pared que se unen con hilos a clavos reales en el suelo (1973). Otra obra más reciente es la de una fotografía de algunos integrantes de mi elenco, figurines posando en una especie de retrato que une personajes reales e imaginarios. Une tiempos disímiles en un solo tiempo y espacio.
¿Qué cualidad hace de un objeto arte?
El arte es como una lente por la cual percibimos la realidad. Cada artista tiene una. Las cosas se transforman en arte cuando alguien decide colocarlas en ese contexto.
¿Son esas pequeñas cosas que pasan desapercibidas las que le dan sentido a la vida?
La única realidad que existe es nuestra relación con las cosas. Nuestra interpretación transforma y define lo que vemos. Lo que para uno es basura para otro puede ser material poético, lo que para alguien es atractivo para otro puede ser lo contrario. Lo que hay que tratar es de hacer que esa lente a través de la cual creamos la realidad sea más sensible. En lo posible más inteligente, más generadora de ideas y reflexiones.
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