Con su nuevo disco Vers les lueurs (Cinq7 / Green Ufos, 2012) el francés Dominique A busca otras fuentes de inspiración: la luz, la naturaleza… Su música suena con más brío; abre un camino más clásico, más orquestal, con influencias de Ravel, Debussy y Satie; y experimenta sin perder un ápice de su estilo. Y sus letras atrapan, porque son historias que rezuman vida, que arrastran experiencias y contienen una mirada profunda.
Tras ocho discos, los siete anteriores reeditados hace poco con material extra, el músico francés sigue explorando sendas, descubriendo nuevos parajes. “La musique (2009) era más oscuro. Con éste no tenía la intención de hacer un disco sobre la idea de la luz en relación con la duración de la vida. Es más filosófico que político. Prefiero trabajar con metáforas, con ideas morales, con ideas de filosofía de vida, más que abordar temas políticos. Para que las canciones duren más tiempo”, nos comenta en un céntrico hotel madrileño.
Dominique A se posiciona ante la vida y ante la música, implicándose, acudiendo a la gente creando una banda, una pequeña comunidad, consciente de esa búsqueda de un colectivo: “De encontrar formas de vivir juntos”. Pero sus canciones nacen en la soledad, en forma de voz y guitarra. Luego es un artista que nunca se acomoda, y si ve que una fórmula funciona, sabe que con el siguiente disco romperá con todo y cambiará su forma de trabajar para no repetirse. “Soy artista porque la vida me da miedo, porque no entiendo nada. El otro me da miedo pero al mismo tiempo soy capaz de ser sensible a él, a lo que piensa, a su forma de ver las cosas y a lo que parece que siente. Cuando cantamos o hacemos algo artístico tratamos de ir contra nuestro propio pesimismo. No se es artista por azar, no se es artista por cantar a la alegría. Un artista que canta a la alegría, es un artista que tiene algo que esconder”.
Con una trayectoria iniciada hace casi veinte años mira el pasado con amplitud. “No soy para nada nostálgico. Hablo mucho del pasado pero no para lamentarme de él. Es una forma de decir, necesitamos el pasado para vivir bien el mañana”.
Y, ¿cuál es su estilo? ¿Canción popular o ‘nouvelle chanson’? “Ya se hablaba de ‘nouvelle chanson’ en los años setenta, entonces empieza a ser algo trasnochado. La ‘chanson’ es un arte popular, no hace falta que sea populista. La música populista es aquella que complace al pueblo, al gran público, como la música de fiestas populares. Si consideras que la canción es un arte popular inmediato es necesario ser exigente para que se convierta en algo fascinante, para que sea universal sin olvidar una ambición artística, y llegar a un gran número de gente: que el ganador principal sea el arte”.
Cuando aborda el tema de la creación, tiene claro que “una canción que perdura es aquella que no puedes imaginar con otras notas o con otra letra. Esa es la magia. Como artista no la puedes decidir. Escribes y escribes, y en un momento dado pasa algo y aparece”.
Su canción perfecta es Riverman de Nick Drake. “Es misteriosa, la melodía es magnífica, los arreglos son sublimes, el sonido es increíble y tenemos la impresión de escuchar el río y de ver a ese hombre. Es casi mística. Es mi máximo referente musical”.
Al hablar sobre lo que llega al inconsciente colectivo para que una canción resista el paso del tiempo y siga gustando. Nos deja una frase para la posteridad: “Las canciones deben ser misteriosas para ser convincentes”.
Texto: Andrés Castaño