Es directora general de Sr. Burns, una agencia de publicidad poco convencional responsable de algunos de los terremotos creativos que hacen temblar nuestra vida online. Desvirtualizamos con ella y su perrita Lola -experta en socializar sin mediar palabra- para, paradojas de la vida, charlar cara a cara sobre comunicación online.
Algunos dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro y que quien tiene 2.000, tiene un perfil en Facebook. Tú dirás. “¿Y quien tiene 37.000? Creo que hay un montón de gente dispuesta a echarte una mano cuando la necesitas. Gente que te ayuda sin esperar nada a cambio. Una de las cosas más importantes que aprendí es que si no dices las cosas, la gente no se va a enterar que necesitas ayuda. Twitter me ha permitido saber que hay gente que está por el simple hecho de compartir, ayudar, responder en un momento de crisis”, contesta.
Y a una, que es desconfiada, se le pasa por la cabeza si con tanta gente delante se puede ser natural. “La gente no está en las redes sociales por necesidad, ni por aquel rollo freak de los “solitarios de internet”. Son la digitalización de nuestra vida y como es tu vida offline, es tu vida online. Un perfil en Facebook refleja como eres tú en la calle; amargados, graciosos, gente que no para de hablar y son un coñazo… Yo he hecho muy buenos amigos en Twitter que han pasado a mi núcleo personal”. Para Serrat decir amigo es decir ayer y siempre, lo tuyo nuestro y lo mio de los dos, pero ahora en los días de las redes sociales al decir amigo hay que decir también “follow”, “like” y “meme”. ¿Por qué funcionan también las redes para comunicar?: “Es la obligatoriedad de la escritura. Te obliga a decir, aunque no quieras, cómo eres. Eso es totalmente perceptible. Se cree que en 140 caracteres no se dice nada, pero al final encuentras química. El touch que te falla en la vida online se sustituye por otras sensaciones. Son dos entornos de socialización. Para la gente muy introvertida les facilita la situación porque las limitaciones para relacionarse con los demás desaparecen. Seas como seas siempre hay alguien que será igual que tú”.
A pesar de comunicarnos como nunca, la soledad aprieta como siempre. “Yo vengo de vivir en un montón de países, de estar sin mi familia. Mis amigos están repartidos por el mundo y estoy acostumbrada a estar sola. Y disfruto de la soledad. Si estás solo es tu decisión, tú decides quién pasa y quién no. En las redes sociales estamos solos, pero podemos compartir. No necesitamos a una persona en estado físico. Habrá gente que utilizará las redes para rellenarse la vida. A mí me gusta pensar en la soledad como disfrute de una misma”. Han llegado a tal punto estas relaciones que hay gente especializada en hablar en las redes y conseguir “amigos”. “Nosotros no queremos un Community Manager. ‘Hola, soy experto en redes sociales, psicoanalista, marketiniano… y sé controlar una crisis en Facebook y todo con un cursito de una hora’. ¡Anda ya! ¡Qué me estás contando! Al final esto es por lo que este sector se irá al carajo. Todo el mundo hace lo mismo. Hay muchas dificultades para encontrar trabajo, pero ser Community Manager no es la solución a todos los problemas”.
Experto o patán, al final un amigo es amigo, en la vida real y en la pantalla. “Hay una frase bellísima que dice que para existir alguien te tiene que recordar. Mi mejor experiencia en Facebook fue un ex novio de la primaria que me agregó y otra amiga, muy querida, con la que coincidí en el primer trabajo de mi vida, McDonalds. Ninguno me había olvidado. Hay alguien en el mundo pensando en ti en ese momento. Fuiste de alguna manera importante. Si no tienes amigos estás anulado, sin la gente que quieres no puedes hacer nada. Sin mis niños de Sr Burns no soy nada. Tu media naranja puede ser 1, 2 o 37.000… siempre que se mantengan contigo cuando les necesitas, en las buenas y en las malas. Y eso no es fácil”, culmina.
Texto: Teresa Garrido. Foto: Gaby Castellanos y los “kekos” de Sr. Burns.