Nacido en 1951 en el aeropuerto de Frankfurt, de madre italiana, padre francés, abuela rusa… Estudió fotografía en Barcelona. Ha vivido en medio mundo, ahora entre Nueva York, Miami y Europa. Trabaja para publicidad y para revistas de moda, pero su verdadera pasión, es fotografiar la sensualidad en blanco y negro.
Sus retratos tienen una tremenda carga sensual y erótica. En el momento de hacer una foto, ¿cómo es capaz de convencer a su modelo para que pose de esa manera? Me gusta esa actitud, es la que tengo, y eso se contagia. En todo caso, necesito aprender a ver y sentir a la persona para fotografiarla.
¿Por qué le gusta fotografiar el desnudo? El desnudo equivale a la realidad. Es así como venimos al mundo. La ropa y la moda cambian a la persona, la envuelven en una imagen distinta a la suya.
¿Sus fotos son aptas para todos los públicos? Son aptas para todo aquel abierto al arte. El desnudo siempre ha sido visible para todos, la Historia del Arte está plagada de figurantes sin ropa.
André de Plessel, Wine Nudes nº 5.
Con este tipo de imágenes está claro que el público se recrea pero, ¿tiene alguna intención añadida? Sólo busco entretener y ofrecer imágenes placenteras.
El destino de algunas de sus fotografías son los anuncios publicitarios. ¿Qué cualidades se precisan para hacer este tipo de fotografía? Lo básico es entender al público objetivo del anuncio. Además, se tiene que sorprender, y por supuesto, lo que se componga tiene que ser verdadero arte.
Y la fotógrafía de moda, ¿qué particularidades tiene? Saber convertir en arte la belleza de la colección que presentan y su marca.
¿Tiene algo contra el color? Nada. El color también me gusta. Pero el blanco y negro evoca clasicismo, fuerza e intensidad, y me gusta imprimir este estilo en mis fotos.
André de Plessel, Face two hands.
Comenzó a hacer fotos profesionalmente hace treinta años. En sus inicios trabajaba con procesos analógicos, y ahora se ha pasado a los digitales. ¿Qué ventajas tienen? Creo que los procesos digitales facilitan el trabajo comercial. No mejoran el arte, no son una alternativa. Porque lo digital no tiene alma, no tiene espíritu. Hojea las páginas de las revistas actuales: todas las fotos son muy parecidas, y tienen el mismo nivel. Hasta que topas con una foto hecha por un verdadero fotógrafo con una cámara analógica. Esa es la foto capaz de hurtar tu mirada. Reclama tu atención, te paras a verla, y eso es lo que significa que una foto es buena. La fotografía analógica es la verdadera fotografía, la que merece tal nombre, y sobrevivirá a la digital. Los sistemas de almacenamiento digital se colapsan cada segundo. Las cámaras analógicas llevan en el mercado ochenta años, con una calidad sólida, sobre todo de impresión, y no hay trampas de Photoshop o similar.
¿Qué opina de la crítica? Creo que las críticas sólo deben hacerse a uno mismo. Yo me critico día y noche, incansablemente. Nunca se me ocurriría juzgar el trabajo de otro artista, porque aunque yo no entienda su trabajo, tendrá razones para hacer lo que hace. El trabajo de los demás no es asunto mío.
Texto: Julieta Primoy