Cuando las víctimas de la guerra creen haberlo perdido todo (sus pertenencias, su salud, los miembros de su cuerpo y hasta el respeto de los demás), surge un inesperado rayo de luz con forma de fotógrafo: Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959). Con un espíritu inconformista, este fotoperiodista acude a los escenarios en conflicto y posconflicto para retratar de forma honesta la atmósfera malsana e injusta con que conviven las víctimas de las armas. Por fin estas reciben un disparo bueno, el de la cámara de este fotógrafo. Son muchos los medios para los que ha trabajado, como el Heraldo de Aragón (en él lleva desde 1988) o El Magazine de La Vanguardia (donde colabora desde el año 2000). Sus reportajes le han granjeado muchos premios, como el Ortega y Gasset, y este año, el Premio Nacional de Fotografía.
Acabas de llegar de América Latina. ¿Qué proyecto tenías entre manos allí? Trabajo en una exposición sobre la desaparición forzosa de personas en seis países de América Latina y Oriente Próximo, con un epílogo de España.
¿Qué persigues en ella? Desde luego, no hago fotografías relacionadas con las desapariciones forzosas por moda, llevo años desarrollando el proyecto en Guatemala y Chile, entre otros lugares. Empecé hace unos cinco o seis años, en colaboración con el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. A lo mío no lo llamo “memoria histórica”, es una expresión que me repatea, y me consta que tampoco les gusta a las víctimas. Mi proyecto dice que el dolor de las víctimas sólo quiere justicia.
Gran parte de tus fotos son en un blanco y negro. ¿Por qué? Por un lado, todavía no me fio de los almacenajes digitales, y manejo la cámara analógica con un carrete como el que se ha utilizado toda la vida. Y por otro, probablemente consiga mayor dramatismo y contundencia con el blanco y negro.
Buena parte de las víctimas de los conflictos que retratas aparecen posando para ti en la imagen. ¿Cómo te ganas su confianza? La tendencia ha sido encontrarme a personas abiertas. Siempre me acerco a ellas con respeto y explicándoles lo que hago. Jamás me plantaría a hacerles una foto sin más. Me lo tomo con paciencia, dedico tiempo a involucrarlos en mi trabajo si quieren. Y tengo esa actitud porque es la que se merecen. Los periodistas solemos ser muy prepotentes, utilizamos a las personas para nuestros reportajes, actuamos como si les estuviéramos haciendo un favor. Nos atrevemos a disponer de su tiempo como si fuera nuestro, los manejamos hacia nuestros intereses sin pensar cuáles son los suyos.
Esas personas, ¿qué opinión tienen de tu proyecto? ¿Se gustan en las fotos que les haces? En general, me encuentro una buena acogida. Intento no perder el contacto con aquellos a quienes fotografío. Cuando vuelvo a los países donde he estado previamente haciendo retratos, les entrego el material que he publicado. Y la mayoría lo ven con agrado. Supongo que están muy acostumbrados al pésimo comportamiento de muchos periodistas, que prometen unas atenciones que incumplen. Por ejemplo, les dicen a los protagonistas de un reportaje que han realizado que les enviarán un ejemplar de su publicación y luego no lo hacen.
Los retratos que componen este proyecto son muy duros, y también muchos de las que has hecho en los escenarios bélicos y posbélicos en que has estado, porque presentan a personas mutiladas, o con huellas físicas de los efectos de los conflictos. ¿Te persiguen estas horribles imágenes? No me gusta hablar de mí. Cualquier profesional paga un precio por lo que hace, y son muchas las profesiones con un efecto muy gravoso. Un médico también tiene una buena carga, por ejemplo. Dicho esto, cada uno tiene que apechugar con lo suyo, tiene que intentar sobreponerse y continuar trabajando.
Te han dado este año el Premio Nacional de Fotografía. ¿Qué ha significado para ti? ¿Ha beneficiado tu causa? Siempre he tenido muy buena acogida, soy muy aceptado. Mi trabajo interesa mucho al público, mis exposiciones son bastante concurridas. El premio me satisface, pero sobre todo me sorprendió y me alegró que se lo dieran a un trabajo fotoperiodístico. Es hora de que la gente entienda que el fotoperiodismo no es el pariente pobre de la fotografía. Anualmente, yo hago un seminario de Fotoperiodismo en Teruel, e invito a personas a las que jamás invitarían en un festival de fotografía.
Foto superior: Gervasio Sánchez, Maritu Kamara. 15 años
Foto inferior: Gervasio Sánchez, Sofía