Nada menos que finalista del premio Clarín, equivalente argentino a nuestro Planeta, quedó El asesino hipocondríaco, la novela recién publicada de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974), más conocido como cuentista. Se trata de una parodia del género negro que homenajea a grandes de la Literatura que padecieron enfermedades, cuyo recuerdo obsesivo boicotea a un asesino a sueldo hipocondríaco en su labor. Una narración desternillante que no se despega de las manos.
Después de publicar varios libros de relatos (como 88 Mill Lane o De mecánica y alquimia), te atreves con la novela. Es mi primera novela publicada, pero he escrito varias, incluso después de esta. Algunas las hice a sabiendas de que eran personales, de que se quedarían en un ejercicio, un entrenamiento para mí. Pero otras las tengo en el cajón, esperando a que llegue el momento de publicarlas.
¿Cómo se te ocurrió el argumento, tan original? Yo quería escribir una novela corta en la que el narrador contara en primera persona su historia, siguiendo el esquema del Guardián entre el centeno de Salinger, un esquema que luego se repitió con frecuencia en la novela americana, por ejemplo en American psycho, narrada por el psicópata protagonista. Por otro lado, en la época en que le daba vueltas al texto tenía entre manos El curioso incidente del perro a media noche, y se me ocurrió que mi narrador, el que le iba a dar unidad a toda la trama, fuese alguien contradictorio. Por eso me inventé a este tipo tan peculiar, un asesino obsesivo pero sensible. Ha consagrado mucho tiempo a leer, y como es hipocondríaco, se ha informado mucho sobre enfermedades, que nada más conocer ya cree padecer. También ha forjado amistades imaginarias, nada menos que con los grandes de la literatura que fueron sensibles, depresivos e hipocondríacos también: Tolstoi, Kant, Allan Poe…. Así, la vida de nuestro protagonista corre paralela a todos ellos, o por lo menos eso cree él.
Y él se rige por una moral kantiana… Sí. En ese aburrimiento al que me refería, también se empolló todas las leyes del país. Recibe el encargo de matar a un hombre, y en su conocimiento jurídico siempre encuentra una buena excusa legal para hacerlo -aunque nunca consigue asesinar a su presa, se le escapa constantemente-. Creo que esta imaginación y estos disparates lo acercan al lector, que está siempre en la cabeza del personaje, viendo las preocupaciones por las enfermedades que cree padecer, cómo se cree un incomprendido, cómo se automargina… Llega a identificarse con él y le toma cariño.
Y se ríe, porque es un texto muy cómico. ¿Es difícil hacer reír? Los dislates intrínsecos a semejante personaje me llevaron a la comedia, pero no estaba en mi intención inicial hacer reír, no tenía un interés particular. Me hice algo así como actor del Método, me puse en la piel del protagonista y empecé a imaginar el transcurso de sus aventuras, y dada su forma de ser, era imposible que no resultaran graciosas.
Me recuerda a las novelas cómicas de Eduardo Mendoza… No me parece mal la comparación, aunque yo he leído muy poco de Mendoza, solo conozco Sin noticias de Gurb, como todos. Pero es que en España el humor ha estado siempre muy denostado, parece que las novelas de humor se consideran intrascendentes, de mero entretenimiento, y pocos autores las han trabajado; uno de ellos, Mendoza. Y mira que somos la patria del Quijote…
Como aparecen tantos grandes pensadores en la historia, ¿ se puede entender el libro como un homenaje a la Literatura y la Filosofía? Indudablemente. Pero me interesaba ofrecer una visión de algunos de los principales filósofos más cotidiana que la que tenemos, que se limita a sus teorías. Se habla de las enfermedades que padecieron -o creían padecer – y de sus manías, como la obsesiva puntualidad de Kant. Son todos detalles verdaderos…
No solo te habrás tenido que documentar sobre la biografía de esos grandes nombres, también sobre temas médicos. Sí. Cualquier obra literaria, ya sea novela, como esta, o relato, tiene mucho trabajo de documentación detrás. Pero informarme de las cuestiones médicas ha sido especialmente complicado, porque, obviamente, no son conceptos que se encuentren fácil y fiablemente, hay que acudir a muchas otras fuentes, incluso orales (me he entrevistado con expertos).
La novela es también una parodia de género negro. Sí, pero con cariño, el género negro me parece admirable. Y quizá inicialmente la estructura sea más simple que la que tienen las novelas negras, aunque posteriormente se va complicando. Fíjate que yo estoy habituado a definir los elementos de mis textos de principio a fin antes de ponerme a escribirlos, de forma que, cuando empiezo, ya tengo planeado el desarrollo de la acción. En este caso, sin embargo, no fue así, me dejé llevar por las locuras del protagonista, y fui descubriendo cómo se desarrollaba la trama.
La obra quedó finalista del Clarín, y recibió elogios del jurado, que componían, entre otros, nada menos que Saramago o Rosa Montero. Supongo que esto te dio seguridad. Sin duda. El Clarín es un premio muy importante, y Rosa Montero me buscó en cuanto leyó el libro. Eso me dio confianza para lanzarlo con Plaza y Janés.
El asesino hipocondríaco / Plaza & Janés.