El titular es una alusión directa a la consigna de La Tirana Malas Artes (LTMA). Sin duda, toda una declaración de principios. Pero si algo puede aclararnos qué es eso que llaman «felicidad» es, inspirándonos en Madame Bovary, la siguiente afirmación: la felicidad deriva de la armonía entre las inclinaciones y las posibilidades. Es precisamente ahí, en esa armonía, donde entra en juego este pequeño gran espacio recientemente inaugurado en Madrid. Entrevistamos a Javier Arguinsonis, uno de sus responsables.
¿Qué es LTMA? La Tirana nace de la ilusión de un grupo de personas por crear un espacio para que tengan cabida todo tipo de actividades relacionadas con la cultura, el arte y la creación. Queremos que los límites sean la imaginación y las propuestas de todos los que lo habiten en algún momento; que los artistas encuentren un sitio donde expresarse en libertad y los espectadores un lugar acogedor donde disfrutar con la cultura. Buscamos también la integración con el barrio y que La Tirana sea un lugar para poder, además, desarrollar actividades sociales.
¿Hay acceso gratuito? Nos encanta la suma de palabras “entrada libre”. Tenemos actividades gratuitas fijas como el CineClub, el mercadillo de trueque, las exposiciones y otras que van surgiendo según se nos ocurren o proponen. El coste de las que no son gratuitas es el menor posible, buscando un equilibrio entre mantener la sala y hacerla asequible. Queremos un espacio acogedor, pero también creemos que profesores y artistas deben recibir una compensación económica por su trabajo.
¿Emprender un nuevo proyecto da la felicidad o, por el contrario, quebraderos de cabeza? Éste, en concreto, produce felicidad. Y contagiosa. Es una suerte trabajar con un grupo que cree en lo que hace y que dedica mucho esfuerzo y tiempo para sacarlo adelante. A veces, no es especialmente sencillo, pero sí muy gratificante avanzar, y estamos avanzando mucho y muy rápido.
Supongo que de momento no es rentable. La Tirana es un proyecto eminentemente deficitario, en el sentido económico, por supuesto. No es que no sea rentable, es que no está concebido para serlo. La Tirana se ha levantado con la ilusión y el esfuerzo, tanto económico como de tiempo, de los ocho tiranos y la ayuda de un montón de amigos que también creen en el proyecto y que están aportando sus ideas, tiempo y que, económicamente, nos ayudan en lo que pueden. El objetivo final es mantener el sitio abierto sin que tengamos que pedir una segunda hipoteca.
¿A qué os dedicáis cada uno de los ocho Tiranos cuando no estáis en LTMA? Hay dos profesores, varios informáticos, un diseñador de interiores, un ingeniero, también alguno al que le está tocando trabajar en el INEM… Todos buscamos el tiempo para dedicarnos a uno de nuestros mayores vicios confesables, La Tirana.
¿Por qué el lema de “La felicidad es una obligación”? Más que un lema es el sentir. A fin de cuentas, ¿para qué vivimos si no es para ser felices? Lo importante es el camino que cada uno elige para conseguir esa felicidad. Nosotros apostamos por el camino del arte, el conocimiento, la creatividad, la solidaridad y la sensibilidad por lo que nos rodea.
Más info: www.latirana.es · Santa Lucía, 10 · Madrid.
Texto: Inma Flor