Su peculiar físico, extremadamente largo y laxo a causa del Síndrome de Marfan, no le han impedido convertirse en un creador polifacético y feliz. Más bien todo lo contrario. Hablamos de Javier Botet (Ciudad Real, 1977), actor, ilustrador y cortometrajista conocido por el gran público por su papel de la Niña Medeiros de [REC]. Su último reto es interpretar a la criatura de Frankenstein en los Teatros del Canal. «Me encanta que la gente vea mi cuerpo» confiesa.
«Desde pequeño mi ego fue como un monstruo que fue creciendo solo porque no podía evitar llamar la atención, aunque era para algo nada agradable: sentirme rechazado por mi aspecto. De hecho, mi talento con el dibujo fue algo que desarrollé para intentar desviar la atención”, cuenta Javier Botet, un tipo alto, extremadamente alto, cuya hiperlaxitud contrasta con su fuerza interior y sentido del humor. “Cuando convertí mis costillitas y mis huesos en plumas de pavo real, descubrí una puerta en la que entró ese monstruo. Y no hay quien lo pare. Ahora disfruto con mi cuerpo. Me encanta desnudarme, que la gente lo vea y lo disfrute en el terror, el drama. Es mi mayor regalo, mi herramienta para llamar la atención y sentirme especial, el que hace que pueda exigir un dinero que vale el espectáculo que voy a dar con él y mi interpretación. La base de mis logros y mi felicidad”. Botet padece la misma enfermedad, el Síndrome de Marfan, que personajes históricos como el faraón Akenatón o Abraham Lincoln. Esto le confiere un peculiar aspecto físico, alargado como el de una figura de El Greco, que le ha permitido convertirse en una celebrity del cine fantástico y de terror.
El cine, de hecho, es lo que le hace feliz. “Recuerdo que cuando era pequeño y venia a Madrid a hacerme pruebas me metía con mi madre a ver Bambi y El retorno del Jedi. Su impacto me dejó aturdido. Tenía una predisposición creativa que el cine me acabó de despertar”. Tan feliz, que ha llegado, incluso, a salvarle la vida, ya que tras su debut en Bajo aguas tranquilas (2005) de Brian Yuzna fue operado de corazón a vida o muerte, con una recuperación que dejó asombrados a los médicos. “La pasión por hacer algo que me llena me da fuerzas que normalmente no tengo. Los desafíos me revitalizan. La disciplina de los ensayos de teatro, por ejemplo, han hecho que esté mejor a todos los niveles”. Antes de subirse a la tablas Botet se ha forjado una carrera como actor que incluye cortos, videoclips o series como Plutón B.R.B. Nero., de Alex de la Iglesia, con quien ha vuelto a colaborar en Balada triste del trompetista. Aunque si hay un papel que ha marcado su carrera ha sido la Niña Medeiros de [REC]. “Pude atormentar a mucha gente y me reportó muchas adulaciones”, se regodea. Tanto que le ofrecieron hacer el remake americano, pero no pudo por un problema de visados. Ahora bien, esto, como todo en su vida, más que un impedimento, es un acicate. “Si consigo reunir fuerzas, dinero y un par de éxitos más, me iré personalmente a buscar los contactos a Hollywood. Como hago aquí: buscarme las castañas por mi cuenta”.
Su último reto es el teatro. Hablo con él después de uno de los duros ensayos que lleva a cabo de la obra Frankenstein en los Teatros del Canal, junto a actores como Emilio Gavira, Raúl Peña o Eduardo Casanova. “Siempre le he tenido un cariño especial al personaje del monstruo de Frankenstein porque consideraba que tenía mucho que ver conmigo. Sobre mí se ha descargado la responsabilidad de transmitir la inocencia de una criatura que descubre lo cruel que el mundo con la gente diferente” reconoce. “Es un sueño cumplido, una marquita tachada en mi lista de cosas a conseguir. Encima en teatro. Así que dos marquitas a la vez”. La versión que prepara, dirigida por Gustavo Tambascio, se mantiene fiel al texto de Mary Shelley, aunque con guiños al público actual. “Es una obra súper completa que toca muchos temas. Uno de ellos es la responsabilidad de los padres y científicos en los avances de la ciencia: qué ética debemos permitir que la coarte. Es algo que me toca personalmente por mi enfermedad, porque cada vez hay más formas de prever la posibilidad de transmitirlo y evitarlo. Cada uno se posiciona ante ese dilema”. Su personaje, sin embargo, tiene un enfoque original. “Siempre hemos visto a una criatura que cuando nace es inmediatamente poderoso y fuerte, pero al estar construido por unos restos de cuerpos desintegrados que vuelven a la vida, me parece más lógico que los principios sean frágiles y débiles, que es algo que sé dar debido a mi delgadez e hiperlaxitud”.
Aún así, la comedia es el terreno en el que mejor se mueve este licenciado en Bellas Artes que ha envasado su insobornable ingenio en piececitas cortas como la genial Rafita. “Es mi mayor talento: la comedia. Donde más a gusto me siento. El terror lo consigo con muy poco esfuerzo debido a la herramienta de mi cuerpo”. Su próxima meta en es dirigir un largometraje que está escribiendo con él como protagonista. Lo conseguirá, qué duda cabe.
Frankenstein se estrena el 10 de marzo en los Teatros del Canal
Texto: David Bernal
Foto de la obra Frankenstein: Pedro Gato