Durante el confinamiento, Joaquín Reyes (Albacete, 1974) rescató de un cajón el borrador de una novela que había ido escribiendo en los últimos cuatro años con indisciplinado entusiasmo. “Me prometí a mí mismo que si al final no me sentía satisfecho lanzaría el manuscrito a las llamas”, se sincera el humorista. “Claro que antes tenía que buscar una casa con chimenea…”. 

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